Los Fondos Estructurales Europeos dedicados al reequilibrio territorial han cumplido su cometido, en líneas generales, en lo que respecta a la generación de nuevas capacidades industriales para crear más y mejor empleo favoreciendo una redistribución de la actividad en el marco europeo. Sin embargo, la recesión en la que se encuentra nuestro país y otros mercados vecinos europeos ha puesto en entredicho el diseño de tal política en no pocos casos.
Esta política ha estado históricamente articulada regionalmente a través de un sistema de concesión de ayudas en forma de subvención a fondo perdido sobre la adquisición de activos fijos (maquinaria y obra civil en su mayoría), es decir, en la generación y modernización de capacidades industriales.
Condiciones
Dicha concesión sujeta a una convocatoria pública se articula a través de un contrato sujeto a una serie de condiciones en la ejecución de la inversión aprobada, el mantenimiento de empleo e inversiones durante un período de tiempo, así como la garantía de la capitalización de la sociedad beneficiaria en un porcentaje que al menos debe extenderse en un 30% del total de la inversión.
Durante los últimos 7 años, la crisis ha precipitado un gran número de proyectos creados con ayudas públicas hacia procesos concursales y/o cierres. Estos procesos han liquidado en no pocas ocasiones esas capacidades productivas generadas en su momento como respuesta a la voluntad pública europea de redistribuir la riqueza a través de la generación de industria en territorios en proceso de convergencia en territorios desfavorecidos.
Situación controvertida
Ahora asistimos a una situación controvertida en la que aquellos países firmes defensores de este modelo desde hace más de 20 años (Alemania, Francia, …) y que fueron quienes financiaron este modelo a través de sus aportaciones al ser países donantes, son quienes ahora critican el modelo y supuestamente se benefician del cierre de estas capacidades al blindar sus industrias y tratar de repatriar las capacidades que algunas de estas industrias han creado en países o mercados colindantes.
Desde este punto de vista, el cierre de las industrias supone una pérdida de los fondos aplicados para crear estas capacidades y nuevos empleos. En muchas ocasiones, la maquinaria adquirida es liquidada en subasta y vendida a terceros países a un precio que ni siquiera cubre el valor contable de los equipos.
El sistema europeo de redistribución de riqueza en el ámbito económico a través de Fondos Estructurales está, pues, dotado de muy poca flexibilidad, no tiene mecanismos para evaluar una renovación de las condiciones a los que los fondos se sujetan, siempre y cuando la empresa beneficiaria demuestre que quiere y puede seguir con la actividad y se encuentra únicamente condicionada por la coyuntura de un mercado en un ciclo adverso. En estas circunstancias, la UE debe mostrar más altura de miras y no permitir que la circunstancia de un mercado y ciclo adverso liquide las capacidades de aquellas empresas que tienen posibilidad de seguir funcionando y manteniendo actividad y empleo, aunque sea a un ritmo distinto.
Mecanismos más flexibles
Deben encontrarse los mecanismos que permitan esa flexibilidad en la interpretación de las condiciones para las industrias que demuestren capacidad para continuar con su actividad. No es cuestión de permisividad, se trata de adaptar las condiciones impuestas al ciclo económico tratando de evitar el cierre de industrias viables. A la vez, se puede ir variando el sistema de incentivos desde los antiguos incentivos a fondo perdido hacia los tantas veces descritos como ayudas reembolsables.
El modelo debe ser revisado inmediatamente, Europa no debe asumir el fracaso de un procedimiento que durante años ha sido capaz de crear y capacitar empleo.