Durante el último mes he tenido la oportunidad, y la fortuna, de entrevistar a algunos de los principales empresarios y directivos de nuestra comunidad autónoma con motivo de la publicación de sus semblanzas en el número especial de mayo con motivo del 20 aniversario de Castilla y León Económica. Sus historias configuran un complejo mosaico de dispares experiencias vitales, pero en todas las conversaciones hay un denominador común. A la pregunta de qué les preocupa más en este momento, todos responden: el entorno.
Después de haber superado la mayor crisis que se recuerda, los hombres de negocio y los ejecutivos ya no están obsesionados por problemas como la dificultad para acceder a la financiación externa, las tensiones en la tesorería, la pérdida de clientes, la alta morosidad, un mercado en contracción o los ajustes en la plantilla. No, ahora lo que les quita el sueño es la explosiva situación política, institucional y social de nuestro país.
Tras haber luchado contra viento y marea para evitar el cierre de sus empresas ante la complicada coyuntura económica, una vez que los supervivientes de la denominada Tormenta Perfecta han llegado a la orilla se encuentran con un ambiente hostil que amenaza con rematar a cientos de negocios. El actual escenario me recuerda a la agonía de los náufragos portugueses durante la época de las heroicas navegaciones rodeando África para alcanzar la India en busca de especias.
En lo que hoy se conoce como Namibia existe la llamada, y con razón, Costa de los Esqueletos, denominada así por los numerosos huesos humanos y restos de embarcaciones semienterradas en sus arenas. Cuando los supervivientes de un galeón hundido por las fuertes tormentas de la zona llegaban a la vastísima playa, se encontraban con un macabro paisaje sacado como de otro planeta. Cientos de kilómetros de arena a la derecha, a la izquierda y al frente, sin vida animal ni vegetal y ni rastro de agua potable. Los que habían evitado morir ahogados estaban condenados a un martirio peor, pues les esperaba una lenta y angustiosa muerte.
Inestabilidad política
¿Y qué les preocupa a estos empresarios y directivos? Pues les desvela la inestabilidad política; el alza del populismo más rancio que sueña con trasnochadas fórmulas comunistas que han llevado a la ruina, no sólo económica sino también moral, a las sociedades en las que se han aplicado; la corrupción sistémica en los 2 partidos mayoritarios; la falta de democracia interna en las principales organizaciones políticas, lo que provoca estructuras muy jerarquizadas y un clientelismo nocivo; los desafíos de unos nacionalismos crecidos ante la apatía del Estado central; la ausencia de un mercado interno único con las mismas normativas en todo el territorio nacional; la progresiva subida de la presión fiscal tanto a las empresas como a la clase media, con lo que se retrae la inversión y el consumo; la nula cultura de pactos para fijar las bases de lo que queremos ser como nación; la inseguridad jurídica ya que las leyes se cambian según gobiernen unos u otros; el capitalismo caciquil que se empieza a consolidar avivado por el Reino de Taifas; la cada vez menor separación de poderes; la excesiva deuda estatal; la existencia de una mastodóntica estructura administrativa que no se ha aligerado ni tan siquiera en la pasada recesión; la hiperregulación para iniciar una actividad empresarial; la todavía abultada tasa de paro; la tentación de relajar las reformas estructurales por el buen comportamiento del PIB en 2015, pero cuyo crecimiento se ha basado, en parte, en factores exógenos como la caída del precio del petróleo y los bajos tipos de interés; o la débil memoria de una sociedad que parece haber olvidado los sacrificios realizados para superar la reciente crisis, con lo que corremos el serio peligro de repetir los mismos errores.
Como ven, los empresarios y directivos que exhaustos han conseguido alcanzar la orilla, al levantar la cabeza observan un paisaje amenazante, casi como el de los náufragos portugueses en la mortífera Costa de los Esqueletos.