El pasado 19 de marzo, la familia González Armero -propietaria del Grupo Alibérico– recibió el Premio Familia Empresaria de la mano de la Asociación para el Desarrollo de la Empresa Familiar de Madrid (Adefam), presidida por el abulense Alberto Zoilo Álvarez, presidente del Grupo Antonio Álvarez.
Sin duda, un reconocimiento merecido a la larga trayectoria de un grupo empresarial familiar que, de la nada, se ha convertido en un gigante mundial en el sector del aluminio, convirtiéndose en el primer grupo empresarial familiar europeo en esta actividad.
Más allá de las grandes cifras del Grupo Alibérico, lo que reconoce el premio de Adefam es la trayectoria de una familia empresaria, la vinculación vital de una familia en un proyecto empresarial de vida, en definitiva, el compromiso de una familia propietaria con su tierra, con la creación de riqueza, con la apuesta por la creación de empleo y por el amor al trabajo bien hecho.
Pasión
Clemente González Soler encarna los valores de tantos y tantos empresarios familiares de este país, personas normales con rostro y apellidos, que dan su vida por hacer lo que les apasiona: crear empresa.
Dentro de la actividad de la empresa, la apuesta por la gestión empresarial desde los valores ha sido su gran diferencia. Porque Clemente es un hombre lleno de valores, y esto ha conseguido implementarlo en el ADN de su compañía. Estos valores son los que definen el estilo de una empresa familiar de lujo, ejemplo para tantas otras. Ahora son sus hijas Inmaculada y María las que están compartiendo la responsabilidad con su padre y su madre para que la siguiente generación continúe este buen hacer que comenzó hace ya 40 años.
Los que tenemos la suerte de conocer a Clemente seguro que estamos de acuerdo en destacar varias cuestiones de su personalidad. Pasión en todo lo que hace; abruma, a veces, siempre contagia. Exigente -mucho,- pero con unas inmensas ganas de aprender de los demás. Grande en generosidad y grande también en humildad, siempre tiene unas palabras para los demás. Bajo mi punto de vista, dice mucho de las personas que han llegado a lo más alto en su profesión, que sigan siendo normales ante los ojos del resto de los mortales.
Implicación con la sociedad civil
Otro de los aspectos que me llama la atención de la personalidad de Clemente es que ha decido de modo desinteresado destinar parte de su tiempo y todo su conocimiento en ser parte de esa sociedad civil que quiere cambiar las cosas en su entorno, en su país, en su círculo empresarial.
Es admirable que algunos empresarios prestigiosos sean partícipes activos en aquellos foros en los que toman decisiones que afectan a los ciudadanos en general y a empresarios en particular. Como ejemplo, su compromiso como presidente de Adefam, ahora como presidente de Ifema, y también como miembro de organizaciones como el Instituto de la Empresa Familiar o nuestra asociación de Empresa Familiar de Castilla y León, así como en CEIM y el Club Financiero Génova o en el consejo asesor del Foro Guadarrama puesto en marcha por Castilla y León Económica para estrechar las relaciones entre las empresas de Castilla y León y de la Comunidad de Madrid.
Sirvan estas líneas para reconocer la labor de un gran empresario como Clemente González Soler, pero también sirvan para poner en valor a tantas y tantas empresas familiares que con su esfuerzo discreto, pero abnegado, contribuyen a que nuestro país aspire a ser un lugar más próspero para todos.
