Afloran informes alarmistas que destacan que la recuperación económica es desigual al no beneficiar a todos los segmentos de la población ni a todos los sectores, en un tono de denuncia que parece reclamar el derecho natural a que todos salgamos favorecidos del crecimiento del PIB. Pues no, la recuperación es desigual porque no puede ser de otra manera, y me explico.
Desde que estalló la crisis en 2007, empresas y trabajadores han sufrido de una u otra manera sus nefastas consecuencias, pero si hacen memoria verán que en esta profunda recesión no todos han actuado igual.
Por analizar el comportamiento de la clase empresarial, conozco a empresarios que siguieron obstinados en mantener un caduco modelo de negocio, no diversificar, continuar con un alto nivel de endeudamiento, ignorar las nuevas tecnologías y la revolución que han supuesto los medios sociales, empeñarse en que los malos tiempos ya pasarán, mantenerse en un mercado local en caída libre sin salir al exterior ni intentar las exportaciones, continuar con plantillas sobredimensionadas hasta que ya fue demasiado tarde, seguir con la misma política de atención a los clientes cuando éstos estaban mermando, obcecarse en trabajar para un sector público en plena retirada al ejecutar continuos recortes; en definitiva, ponerse de perfil ante la llegada de la hecatombe.
Por el contrario, también conozco a empresarios que han hecho justo todo lo contrario: redoblar los esfuerzos, reinventarse el negocio, volcarse en los mercados exteriores, incorporar las redes sociales, poner el foco en los clientes privados, intensificar la gestión de cobros e implicar a la plantilla en la nueva estrategia; en definitiva, dar la vuelta a la empresa como a un calcetín para adaptarse al nuevo escenario. Y ahora les pregunto: ¿debe de beneficiar igual la recuperación a estos 2 tipos de empresarios? Pues no, y eso es lo que está ocurriendo, porque mientras que unos han cerrado sus negocios o están a punto de morir en la orilla de la crisis, otros están creciendo a un ritmo impensable hasta hace poco.
Trabajadores
Y luego están los trabajadores. Conozco, y seguro que ustedes también, a empleados que no se han reciclado, que han rechazado ofertas para trabajar en otro lugar, que no han querido asumir más responsabilidades en estos tiempos duros, que han desdeñado los avances tecnológicos o que han preferido agarrarse a la quimera de permanecer en una empresa en descomposición antes de buscar una salida a tiempo. Y también conozco a parados que se han conformado con quedarse en casa esperando una llamada del Ecyl que nunca llegará.
Por el contrario, conozco, y seguro que ustedes también, a trabajadores y parados que ante el desafío de la pasada recesión han mejorado su formación, han aprendido idiomas, se han incorporado a las redes sociales especializadas en recursos humanos y han realizado una búsqueda activa de empleo o han intentado relanzar su carrera profesional. Y ahora les pregunto: ¿debe de beneficiar igual la recuperación a estas 2 clases de trabajadores y parados?
Pensar que la recuperación económica debe de beneficiar igual a todos es una fábula en la que se consuelan los más inmovilistas y haraganes, cuando es justo todo lo contrario, ya que el nuevo ciclo recompensa a quienes lucharon para salir adelante durante la coyuntura más complicada de nuestra reciente historia.