De las pasadas elecciones autonómicas, ha salido un escenario en el que la mayoría de las regiones tendrán gobiernos de coalición y, vistas anteriores experiencias, estas alianzas provocarán la formación de Ejecutivos débiles, mayor gasto público, ralentización en la toma de las decisiones, aprobación de normativas erráticas para satisfacer intereses contrapuestos y continuas disputas parlamentarias. Por eso, será un período excelente para las comunidades autónomas, como Castilla y León, que sepan vender su estabilidad política.
España no tiene cultura de pactos, tal como se ha demostrado en las autonomías donde en el pasado fue necesario sumar los votos de diputados de 2 o más partidos para constituir un Gobierno. Un político que ha pasado por esa experiencia me comentó recientemente que los Gobiernos integrados por representantes de varias fuerzas son un desastre para el contribuyente porque la aprobación de los proyectos se dilata en el tiempo y los programas acaban siendo un baturrillo, lo que significa ineficiencia en la gestión, mayores costes y subida de la presión fiscal para pagar los desaguisados.
Escenario político estable
Ante ese panorama generalizado que se avecina en la mayor parte de los territorios de nuestro país, las regiones como Castilla y León que ofrecen un escenario político estable (eso espero al menos) para los próximos 4 años poseen una enorme ventaja competitiva para atraer inversiones. Todos sabemos que el dinero es cobarde y temeroso, por lo que busca la seguridad.
Por eso, nuestra comunidad autónoma está ante el reto de seducir a ese capital que huirá de otras zonas instaladas en la permanente disputa política. Además, aquí contamos con otros grandes activos para el desarrollo empresarial, como suelo industrial barato, el talento de los jóvenes que salen cada año de las ocho universidades ubicadas en nuestra región más otra on line, un sistema educativo con una calidad por encima de la media nacional, paz social, en general unas buenas comunicaciones, una estructura económica asentada en la actualidad en sectores con buen comportamiento (automoción, agroalimentación y turismo) y, cómo no, la cercanía a Madrid, que es el mayor y más dinámico mercado de nuestro país.
Las oportunidades son temporales, hay un corto período para aprovecharlas antes de que sea tarde. En esta legislatura tenemos el gran reto de vender nuestra región como un destino atractivo para la inversión.
Si lo conseguimos, registraremos un mayor crecimiento económico, reduciremos el paro y cortaremos la sangría de la progresiva despoblación, que sigue siendo nuestro principal desafío. Si no lo intentamos, no tendremos derecho a quejarnos como hipócritas plañideras. Pasemos a la acción. Cada uno promociona lo mejor que tiene, y si Cataluña ha lanzado el acertado eslogan de Barcelona inspira, aquí deberíamos divulgar el de Castilla y León tranquiliza.
Sólo te ha faltado decir que los ciudadanos se han equivocado con su voto.
Para vender la estabilidad política no se necesita la democracia, con una dictadura también nos vale.
Perdón por disentir.
Hola: El pueblo es soberano y con su voto decide. De ninguna manera cuestiono los resultados electorales, lo que sí apunto es que las regiones que tengan estabilidad política (independientemente del partido que las gobierne) tienen la posibilidad de atraer más inversión, que necesita de escenarios previsibles a medio-largo plazo. Tenemos recientes ejemplos de la nefasta gestión de Gobiernos regionales en los que han participado dos o más fuerzas, por no hablar del esperpento que se produce ya en algunos ayuntamientos con alcaldías sostenidas por alianzas. Muchas gracias por participar en este blog.
Gracias por la contestación Alberto.
Esperpento en ayuntamientos y comunidadades autónomas gobernadas por fuerzas con gran “historia de estabilidad política” como el ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid, el ayuntamiento de Castellón, la diputación de Castellón, la diputación de Valencia, la diputación de Alicante, la Comunidad Valenciana o Andalucía, por poner sólo algunos ejemplos donde sólo ha gobernado una fuerza durante varios lustros.
Para atraer inversión no es necesario ni obligatorio tener “estabilidad política”.