La llegada de la pandemia supuso el impulso del teletrabajo. El cierre de las actividades no esenciales durante el período de confinamiento hizo posible que muchas empresas que podían desarrollar su actividad desde casa implantaran esta modalidad. Esta fórmula de trabajo, que hasta la irrupción de la pandemia era prácticamente residual, ha adquirido fuerza y se está consolidando debido a las ventajas que presenta tanto para empresarios como para trabajadores, según un informe de GRI para Castilla y León Económica.
Por un lado, las empresas se benefician de los menores costes de alquiler o compra de oficinas e instalaciones, así como otros recursos que corren a cargo del trabajador, pese a que la elaboración de la Ley del Teletrabajo en España deja claro la obligación de las empresas a compensar los gastos derivados del trabajo a distancia a sus empleados. Y, por otro lado, los trabajadores se benefician de la flexibilidad que proporciona a la hora de fijar el lugar de residencia.
Según datos del informe Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo (II):, la evolución del teletrabajo y el empleo a tiempo parcial durante la pandemia recogido en el estudio de GRI, en el último año el teletrabajo se ha disparado en España y un 14,5% de los ocupados lo practica. Alrededor de 2,86 millones de personas en nuestro país realizan esta modalidad de trabajo al menos ocasionalmente. Según datos de este mismo informe, la cifra de teletrabajo ha crecido un 74,2% con respecto al año anterior, consecuencia directa de la crisis sanitaria, y todo apunta que el teletrabajo ha llegado para quedarse. Hace 2 años el porcentaje de personas que teletrabajaban ocasional o regularmente desde su hogar no llegaba apenas al 7,5%, mientras que si nos remontamos 5 años atrás, la cifra se sitúa en el 6,4%.
España, lejos de la media europea en teletrabajo
Pese al elevado crecimiento de esta modalidad de trabajo en el último año, lo cierto es que comparando las cifras con la media europea, España se queda muy lejos del 21,5% de teletrabajadores que presentan nuestros vecinos. Si se compara con las cifras de países como Suecia o Países Bajos, dónde el teletrabajo supone entre el 40,9% y el 40,1%, respectivamente, la diferencia es aún más destacable.
La evolución del teletrabajo ha sido desigual en las diferentes regiones: mientras que Madrid y Cataluña presentan las tasas más altas de teletrabajadores, con incrementos interanuales de un 200% y un 119%, en cada caso, otras como Aragón o Extremadura presentan incrementos inferiores al 20%. Castilla y León es la quinta comunidad autónoma con menor porcentaje de incremento de teletrabajo en relación al año anterior. No obstante, finalizó 2020 con un incremento del 23% sobre 2019, dejándose notar el impacto del Covid-19 en esta modalidad de trabajo.
Una opción para flexibilizar el lugar de residencia
A pesar de que Castilla y León se sitúa en la cola de este ranking, lo cierto es que mejora su posición si se analiza el porcentaje de ocupados que teletrabaja. Si en 2019 un 8,5% de los trabajadores realizaba esta modalidad, en 2020 la cifra se sitúa en el 11,7%. La media de España en 2020 se sitúa en el 14,5% y Madrid presenta la tasa más alta con un 22,3% de teletrabajadores.
La irrupción del teletrabajo ha permitido flexibilizar el lugar de residencia, ya no es necesario vivir cerca del puesto de trabajo, ni siquiera en la misma provincia o región, por lo que posibilita la revitalización de las zonas rurales tras décadas de sangría demográfica motivada por las escasas oportunidades laborales que los pueblos proporcionaban. Madrid, la comunidad autónoma en la que más se ha incrementado el teletrabajo el último año y también la que presenta un mayor porcentaje de teletrabajadores, ha perdido población por primera vez en 10 años, reduciéndose su población, con 1.264 personas menos desde enero a junio de 2020, según datos del INE. Esto es debido, por un lado, a la reducción de traslados a la capital, que se redujo en 21.489 personas durante el primer semestre de 2020; y, por otro, debido a los madrileños que se marcharon fuera de la comunidad autónoma.
La eclosión del teletrabajo ha permitido revertir el proceso de metropolización, la vuelta al campo ha supuesto la revitalización de zonas rurales que antes de la pandemia no ofrecían un atractivo para vivir y tras la crisis del Covid-19 se han convertido en entornos más seguros que las grandes ciudades que atraen cada vez a un mayor número de urbanitas.
Más información en el número de julio de la revista Castilla y León Económica