Que nadie se alarme con el titular, que no estamos hablando de aspiraciones nacionalistas, sino de migraciones empresariales. Hace escasas fechas, Castilla y León Económica publicó en su web y redes sociales una inquietante exclusiva: nuestra comunidad autónoma es la única de España, junto a Cataluña, que presenta un saldo negativo en los cambios de domicilio social de sociedades mercantiles en todos los ejercicios del período 2015-2022, con una pérdida global de 493 empresas en los últimos 8 años, según Informa. De los negocios castellanos y leoneses que emigraron a otro territorio español, más del 61% se marchó a la Comunidad de Madrid. Otra lectura de esos guarismos refleja que por cada 10 empresas constituidas en nuestra región, una se ha fugado.
Que de Cataluña huyan las empresas, no sorprende a nadie ya que ese fenómeno se acentúo desde la fallida declaración unilateral de independencia de 2017, que, entre otras consecuencias económicas, provocó el masivo éxodo de compañías y entidades financieras a diferentes zonas de España. Lo alarmante es que Castilla y León sea la otra región española incapaz de atraer más negocios de los que se van desde hace 8 años, sin que aquí tengamos la lacra del insaciable nacionalismo.
Reflexiones de empresarios
Sobre esta anomalía empresarial de nuestra tierra ya he hablado en discursos y escrito artículos de opinión, así que pregunté a los máximos representantes de la clase empresarial para conocer sus reflexiones sobre un tema tan inquietante. Veamos sus reflexiones.
Para Santiago Aparicio, presidente de CEOE Castilla y León, esta endémica fuga de empresas se debe a 3 factores: “la sangría de la despoblación, la menor presión fiscal de otras comunidades autónomas y el mayor número de inspecciones de la Agencia Tributaria que soportan nuestros empresarios”, ya que en Castilla y León la plantilla de este organismo alcanza las 1.215 personas para controlar a casi 158.000 sociedades mercantiles, cuando en la Comunidad de Madrid son 3.314 para vigilar un tejido empresarial de más de 558.000 negocios, que además tienen un mayor tamaño y, por lo tanto, una mayor complejidad a la hora de inspeccionarlos.
Por su parte, Antonio Miguel Méndez Pozo, presidente del Consejo de Cámaras de Comercio de Castilla y León, señala: “me detengo en el detalle de la tendencia negativa. No necesariamente un cambio de domicilio social deriva en la permuta del domicilio fiscal. Esta tendencia de saldo negativo, acentuada en los años de pandemia y que se va conteniendo, habría que analizarla desde la perspectiva del tipo de empresas, sectores y su horquilla de facturación para que las conclusiones fueran completas. Inclusive convendría conocer cuántas empresas se asientan en otros países y a cuántas recibimos del exterior en cada Comunidad, pues puede resultar más perjudicial para una Comunidad la salida de 10 empresas que 30 para otra, por lo que he comentado anteriormente”. En su opinión, “el hecho de que Madrid y Andalucía hayan suprimido el Impuesto de Patrimonio no es lo más gravoso, aunque pueda resultar atractivo, pues en nuestra Comunidad la recaudación supone poco más de 40 millones de euros”. Como conclusión, indica que si lo que se busca “es evitar las diferencias que, dentro del marco de cesión de competencias a las comunidades autónomas, se producen en materia tributaria, lo que debe llevarse a cabo es una revisión del sistema de financiación de dichos territorios y establecer mínimos y/o máximos de tributación”.
Oportunidad en vez de amenaza
También Pedro Palomo, presidente de Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL), considera “muy preocupante” el saldo negativo en los cambios de domicilio social y resalta el efecto Madrid “al ofrecer ventajas que las empresas valoran como positivas, especialmente en lo relativo a cuestiones fiscales”. Para el empresario segoviano, Castilla y León debería de contar “con un Director Comercial con el objetivo de retener y atraer inversiones y empresas a Castilla y León”. Además de saber vender las ventajas competitivas de nuestra tierra, Palomo indica que tenemos el reto de convertir la cercanía con Madrid “en una oportunidad y no en una amenaza. Sin embargo, los hechos y las estadísticas son tozudos y nos dicen todo lo contrario”.
Sirvan estas reflexiones para otorgar la importancia que merece un tema tan dañino para nuestro desarrollo económico como la histórica desbandada de negocios en Castilla y León, que debería de ser prioritario en la agenda de nuestras asociaciones empresariales y, sobre todo, en la de nuestros responsables políticos.