Las instalaciones de Cartif en el Parque Tecnológico de Boecillo albergarán durante los próximos 2 años los trabajos de reparación del reloj de la Universidad de Valladolid (UVA). El centro ofrecerá su personal y equipamiento técnico a Ramiro Merino, profesor de Ingeniería de Sistemas y Automática encargado de dirigir las reformas.
Tras el análisis preliminar, todo parece indicar que a la maquinaria le faltan 2 piezas: un piñón de montado de pesas y una corona dentada de transmisión de movimiento de sombrería, que habrá que reconstruir. Posteriormente, y si no surgen otros imprevistos, se realizará un proceso de decapado químico para limpiar y tratar las superficies con el fin de protegerlo de la oxidación. La parte final del ajuste incluirá la automatización del mecanismo, para que el reloj funcione como fue concebido, sin lesionar elementos antiguos, explica el centro tecnológico.
Más de un siglo marcando las horas
Esta pieza histórica, fabricada en Morez (Francia), estuvo en funcionamiento durante más de un siglo, en concreto 111 años, hasta que se estropeó. Desde 1859 hasta 1970, el reloj estuvo ubicado en la torre situada entre la calle Librería y la plaza de la Universidad, pero tras fallar, fue desmontado y llevado a un almacén de la UVA. Unas reformas en el edificio histórico donde se hospedaba, le apartaron al cobijo de un tejado, del que sólo salió en 1996 para lucir en el Palacio de Pimentel como reliquia, con motivo del cuarto centenario del nacimiento de la ciudad.
Aunque aún no se ha decidido cuál será su nueva morada, la institución académica cree que el museo del Palacio de Santa Cruz será un buen sitio para que el público pueda contemplarlo, según confirmó José Manuel López, vicerrector de Investigación y Política Científica. Antes, deberá pasar 2 años en manos de los especialistas que se encargarán de su acondicionamiento. La Fundación Cartif se hará cargo del coste de las piezas, mientras que el profesor Merino trabajará de manera desinteresada.
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