Hace poco tuve la oportunidad de hablar largo y tendido con Emiliano Revilla, el histórico empresario fundador de Embutidos Revilla y que desde que vendió la compañía se dedica, gracias a su tesón y generosidad, a llevar proyectos a su pueblo natal de Ólvega, que no deja de atraer empresas y generar empleo en una provincia como la de Soria con una despoblación galopante. De hecho, esta pequeña localidad rural es de las pocas de Castilla y León que ha aumentado el número de vecinos en las últimas décadas. De la distendida charla podría escribir un manual sobre la gestión de negocios, ya que Emiliano demuestra una inteligencia natural apabullante, con un verbo tranquilo, ordenado y contundente. A uno tan sólo le queda admirar la lucidez de una persona de casi 90 años.
Lo que más me llamó la atención de este fascinante empresario es que todavía calcula en pesetas. Así, en su conversación salpicada de datos y cálculos siempre aparece la antigua divisa. Pensaba que era un anacronismo, hasta que picado por la curiosidad le pregunté porqué se refería a la desaparecida moneda española, en vez de emplear los euros. Su respuesta fue tan certera como sorprendente: “por calcular en euros, muchas personas han perdido la noción de lo que valen las cosas, porque no es lo mismo decir que tengo una deuda de 600.000 euros a decir que debes 100 millones de pesetas”.
No puedo estar más de acuerdo con Emiliano, porque soy de los que piensan que desde la entrada en vigor del euro hemos perdido el respeto a los números y nos da igual 8 que 80. Para los que somos de letras, y que de vez en cuando nos auxiliamos de los dedos para sumar ya que no nos fiamos de una cabeza amueblada con desorden, las cifras nos merecen toda la atención. Pero a la mayor parte de la ciudadanía no, y así nos va.
Precio de un desayuno
Mucho se ha escrito sobre el origen y las causas de la reciente crisis, ya saben lo de las hipotecas subprime en EE UU o la fiebre del ladrillo en España; pero en la UE se vio agravada por una pérdida de valores, en este caso de apreciar el valor de los números, desde el precio de un desayuno hasta las cifras multimillonarias de las inversiones públicas. Si ahora nos dicen que un café nos cuesta 250 pesetas, ¿lo pagaríamos sin cuestionarlo?; o si un gobernante nos promete que va a destinar 100.000 millones de pesetas a una infraestructura, ¿no pensaríamos de dónde saldrá todo ese dinero, cuya respuesta obvia es de nuestros bolsillos vía impuestos? Con la moneda única, la magnitud de las cifras dejó de tener sentido, hasta llevar a la ruina a miles de personas por un excesivo endeudamiento.
Con el euro se acrecienta la innata tendencia del ser humano a equivocarse a la hora de hacer cálculos, y que queda demostrada según los expertos con un sencillo ejercicio: si un bate y una pelota cuestan en total 1,10 euros y el bate vale un euro más que la pelota, ¿cuánto cuesta ésta? La respuesta errónea que dan instintivamente 1 de cada 2 personas es: 10 céntimos; cuando la respuesta correcta es 5 céntimos, ya que sólo con un bate de 1,05 euros y una pelota de 5 céntimos se satisfacen las 2 condiciones requeridas.
Con esta reflexión no estoy reclamando que nuestro país se salga del euro, tal como piden los populistas trasnochados o los demagogos políticos que desean volver a un sistema caciquil decimonónico, sino que aconsejo recuperar la peseta a la hora de calcular el valor de ciertas operaciones, sobre todo si son de gran magnitud, tal como hace Emiliano, a quien le ha ido muy bien en sus negocios tras la venta de Embutidos Revilla, pero ésa es otra apasionante historia que dejo para más adelante.
Creo que este sería el mismo empresario que preguntaba a sus futuros colaboradores. ¿Por favor 1 +1?. A cuál coges le dijo un amigo. Al que me pide papel y lápiz y anota lo que le he dicho y dice: 1 + 1 = 2. En el caso que se explica. Entiendo:
x + x + 1 = 1,10. Pues nada a recordar la sencillez de la Matemática aplicada. Que el verano no sea solo siesta.
Un buen artículo, y mejor reflexión
Un cordial saludo