Como a los conductores deportivos BMW ya les ofrece el X6, la casa bávara ha pensado de forma lógica que esta tercera generación del X5 que llega ahora al mercado evolucione hacia el confort. A primera vista, puede dar la sensación de ser un simple retoque de la anterior. Pero en realidad no hay ninguna pieza de carrocería o de estructura común, aunque la plataforma, los trenes rodantes y la batalla están en gran parte derivados de su predecesor.
El capó menos inclinado y el frontal más vertical le dan un aspecto contundente al tiempo que el voladizo trasero alargado y las ópticas tipo Serie 5 GT contribuyen a ese aspecto más masivo del conjunto. En esta orientación más familiar el nuevo X5 tiene un maletero de mayor volumen (650 litros ampliables hasta 1.870) y puede ofrecer 2 plazas adicionales hasta completar 7. En cuanto a la banqueta trasera, se puede deslizar longitudinalmente 8 centímetros y los respaldos son regulables en inclinación.
Al volante se nota una clara mejora de la suavidad. Resulta más cómodo y agradable de llevar. Felizmente en las curvas el volante de este X5 reencuentra la consistencia y permite sentir perfectamente el chasis que si bien menos firme en cuanto a suspensiones que su predecesor, sigue siendo sobre asfalto la referencia de su segmento (reacciona como una berlina a pesar de su peso y altura), pero no son un modelo a la hora de absorber baches ni tampoco cuando circulamos por caminos. Lo perfecto es optar por la suspensión neumática si buscamos ante todo comodidad.
Motor diésel
El motor diésel de 258 CV y 560 Nm de par desde 1.500 rpm dotado de un Stop & Start es una mecánica fantástica, un propulsor que enamora a los amantes de la gasolina cuando acelera por su sonido y también por su silencio cuando se rueda a velocidad constante. Este 6 cilindros en línea es contundente además a la hora de acelerar y permite adelantar con una facilidad sorprendente. Todo ello ayudado por el cambio automático de 8 marchas, rápido y de una suavidad extrema. Este motor ha reducido consumo y emisiones respecto a su predecesor. En los 1.000 kilómetros de prueba, el consumo se ha movido entre 8,2 y 9 litros.
El X5 es un perfecto vehículo familiar, que se conduce fácilmente y que reacciona perfectamente. Es inevitable que lo comparemos con el Range Rover Sport. Si me gusta hacer campo y tener un buen coche de asfalto, mi corazón se inclina por el británico, pero si busco la referencia sobre asfalto y el campo es un tema excepcional o que ni siquiera contemplo, el alemán me abre sus puertas.
Santiago de Garnica