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Las empresarias de éxito apuestan por la meritocracia

Por: Alberto Cagigas
Alrededor del 11% de las firmas de Castilla y León está liderado por una mujer.
Alrededor de un 11% de las empresas de Castilla y León está liderado por una mujer.

Cada vez que organizamos una jornada con varios ponentes o celebramos el acto de la entrega de los premios en los que distinguimos la trayectoria de los mejores empresarios y directivos, aparece en las redes sociales un coro de voces reclamando mayor presencia femenina en esos eventos. La respuesta a esas acaloradas demandas siempre es la misma, desde nuestro medio de comunicación no podemos distorsionar la realidad ya que sólo poco más del 11% de las empresas de Castilla y León está liderado por una mujer.

Siempre evitamos la discriminación positiva por razones de sexo, raza -todavía no hemos dado ningún galardón a un negro o a un asiático- o ubicación geográfica. En nuestros eventos tratamos de convocar a los mejores en sus parcelas sin tener en cuenta otras consideraciones porque creemos y defendemos la meritocracia por encima de todo, al margen de lo políticamente correcto.

Las empresarias y directivas tienen poca visibilidad en Castilla y León por su aún escaso peso en la cúpula de las empresas, algo que poco a poco se va corrigiendo, porque como dijo Eudald Carbonell, codirector de los Yacimientos Arqueológicos de la Sierra de Atapuerca, el mayor avance de la humanidad es haber incorporado el talento femenino al mundo empresarial, científico y artístico. Otro handicap es que esas féminas, salvo excepciones, son muy discretas en su trayectoria, no les gusta salir en los medios de comunicación, con lo que su proyección en la sociedad queda perdida en el anonimato. Por ejemplo, debido a su personalidad cauta y reservada nos costó mucho tiempo poder otorgar nuestro Premio de Honor a la empresaria de mayor éxito de Castilla y León, cuya trayectoria supone un ejemplo para todos.

Pero por suerte, esta tendencia va cambiando y en nuestra comunidad autónoma cada vez contamos con más empresarias y directivas que son una referencia en sus sectores. Por citar sólo a algunas, ahí están los casos de María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter; Pilar López, presidenta de Microsoft España; María de Paz Robina, presidenta de Michelin España Portugal; María Helena Antolín, vicepresidenta del Grupo Antolín; María Teresa Rodríguez Sainz Rozas, presidenta de Gullón; María José Álvarez Mezquíriz, presidenta del Grupo Eulen; Verónica Pascual, CEO de Asti; Lourdes Fuentes, presidenta de Roan Asesoramiento Inmobiliario; Mar Casas, directora general de Transleyca; Lucía Urbán, vicepresidenta de Cerealto Siro Foods; Beatriz Escudero, CEO de Pharmadus Botanicals; Isabel López, directora general de Yemas de Santa Teresa; o Rocío Hervella, CEO de Prosol.

Recientemente he tenido la oportunidad de asistir a dos mesas redondas protagonizadas por empresarias y directivas en sendos actos organizados por Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL) y la Asociación de la Industria Alimentaria de Castilla y León (Vitartis), donde expusieron sus reflexiones sobre el papel de la mujer en el ámbito empresarial. En sus consideraciones se destacó que las féminas tienen que hacer un mayor sacrificio personal y familiar que sus colegas masculinos para consolidar su carrera profesional, pero advirtieron que pese a esta desventaja rechazan cualquier discriminación positiva por motivos de género. “Yo estoy aquí porque he trabajado mucho y me lo he ganado, no por ser mujer”, coincidieron en señalar. Esa frase refleja el sentir común de las féminas con éxito en el hipercompetitivo mundo empresarial, quienes además son las más acérrimas defensoras de la meritocracia. Ocupan esos puestos de responsabilidad por su tesón y esfuerzo y son las más exigentes consigo mismas, por lo que detestan que otras mujeres puedan alcanzar altos cargos directivos por el mero hecho de cumplir con unas cuotas femeninas diseñadas por unas políticas intervencionistas que en su vida han trabajado en una empresa privada ni dirigido ni fundado una compañía.

2 comentarios

  1. Completamente de acuerdo con el pensamiento expresado en este artículo. Una (y aquí si que escribo en femenino) no es mejor por ser mujer sino por sus méritos, por su trabajo y resultados. En esto consiste precisamente la igualdad y hasta que no acabe la llamada discriminación “positiva” no hay igualdad, ya que el término mismo lo expresa bien: es discriminación, contrario de igualdad. Las mujeres debemos continuar subiendo peldaños, rompiendo techos de cristal y demás pero en igualdad. La persona con las mejores capacidades para un determinado puesto de trabajo, cargo público o función debe ocuparlo, sea hombre o mujer, blanco, negro o amarillo. Este es el principio de la igualdad y la no discriminación.
    Gracias por expresarlo de manera tan clara en este artículo.

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