Cuando un gobernante tiene tendencia a aplicar imaginativas políticas económicas diseñadas de espaldas a las demandas de los empresarios y a la realidad del mercado, le puede ocurrir como a Mao Tse-Tung, quien dentro de su proyecto Gran Salto Adelante ordenó aniquilar a todos los gorriones del gigante asiático al considerar que al alimentarse de semillas y granos eran los culpables de las malas cosechas en el campo. Los chinos, obedientes como pocos pueblos, casi exterminan por completo a esta ave y lo que podría haber pasado a la historia como una estrambótica anécdota se convirtió en un drama ya que la desaparición de estos pajarillos provocó la irrupción de plagas de insectos que arrasaron con las cosechas, generando una hambruna que provocó la muerte de alrededor de 15 millones de personas, según diversas fuentes.
En Castilla y León no hemos tenido genocidios avícolas, pero sí la puesta en marcha por parte de ayuntamientos, diputaciones provinciales y Junta de programas de apoyo a la actividad empresarial creados por funcionarios y responsables políticos con nula experiencia en el mundo de los negocios, que sólo han servido para anunciar a bombo y platillo la estéril ocurrencia en una rueda de prensa y malgastar nuestros escasos recursos públicos porque esas artificiales medidas no abordaban ninguna necesidad real del tejido empresarial. Recuerdo que una ocasión fui testigo de la llamada desesperada de un alto cargo de una institución autonómica al responsable de una agrupación empresarial para que sus socios enviaran solicitudes para acceder a una línea de subvenciones, dotada con fondos de la UE, que apenas había registrado peticiones, por lo que la partida se debía de devolver prácticamente íntegra a Bruselas. El citado programa de ayudas ni se había comunicado a los empresarios y ni atendía a ninguna de sus demandas.
Plan de Crecimiento Innovador
Por eso, el nuevo Plan de Crecimiento Innovador para Pymes y Midcaps de Castilla y León, en el que participan ICE, Sodical y Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL), demuestra el éxito de las medidas de apoyo empresarial cuando se diseñan en estrecha colaboración con los empresarios. De hecho, el anterior plan puesto en marcha en 2017 apoyó 43 operaciones en 41 empresas para una inversión conjunta de 307,3 millones, con los que se crearon más de 2.000 puestos de trabajo y el mantenimiento de 8.576 empleos, gracias a una financiación de 90 millones. Para esta legislatura, se prevé destinar 200 millones con el apoyo financiero del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que aporta 30 millones a la Junta de Castilla y León para este programa.
El éxito de esta iniciativa debería marcar la filosofía de los futuros planes de apoyo a las empresas de todas las administraciones públicas porque la experiencia demuestra que las líneas elaboradas en alianza con los empresarios son más eficaces para el desarrollo de la comunidad autónoma, optimizan los recursos públicos, impulsan de verdad la actividad económica, generan empleo, atraen la inversión, proyectan una imagen de tener un gobierno (sea regional, provincial o local) ágil y apegado al terreno y provocan un efecto llamada pues otras empresas se interesarán por acceder a esas ayudas. Por contra, si algunos persisten en aprobar cosméticas y onerosas medidas económicas sin considerar la opinión de los empresarios se convertirán en emuladores de Mao, aunque, eso sí, espero que en esta ocasión dejen en paz a los gorriones.