Existe una Ribera del Duero, río arriba, alejada del foco mediático y de Millas de Oro. Estamos en San Esteban de Gormaz (Soria) y aquí también se respira vino. A esta provincia, “fría y extrema”, llegó hace más de 2 décadas Bertrand Sourdais, un vigneron, cuya traducción en francés es enólogo, pero cuya mejor definición podría ser la de artesano del vino, con nada menos que 5 generaciones de viticultores en su familia a sus espaldas, desde su Chinon (Francia) natal.
Y fue aquí donde echó raíces y supo entender que los pagos sorianos también podrían alumbrar grandes riberas. Primero, con el proyecto Dominio de Atauta, del que fue cofundador y director técnico hasta 2010; y posteriormente con Bodegas Antídoto (2010) y Dominio de Es (2011), los 2 proyectos en Soria que capitanea en la actualidad como enólogo y propietario, además de Domaine de Pallus en la tierra que le vio nacer, una bodega adquirida por su tatarabuelo a finales del siglo XIX y que dirige desde 2005.
70 hectáreas de viñedo viejo ecológico
Este vigneron de Soria, como le gusta llamarse, trabaja junto a su socio David Hernando 70 hectáreas de viñedo viejo en ecológico divididas en 685 parcelas en Bodegas Antídoto. Sin duda, un caso singular en lo que a distribución parcelaria se refiere, con microparcelas de 0,1 hectáreas de media, para elaborar vinos “que reflejan nuestro terroir soriano, a saber: el potencial genético único de nuestras viñas viejas por un lado; y por otro, lado transmitir las particularidades del clima soriano a través de nuestros vinos”, explica Sourdais.
En Antídoto, donde trabajan 15 personas para elaborar apenas 350.000 kilos, precisamente por esa particular estructura del viñedo y el objetivo de producción “de alta calidad desde la poda hasta la venta”, comercializan 4 vinos, 2 rosados y 2 tintos.
‘Le rosé’, de cepas prefiloxéricas
Los primeros son Le rosé, elaborado con viñas prefiloxéricas que datan de 1905, con un prensado de tipo Champagne para recoger únicamente el denominado mosto flor (el primero resultante del estrujado de las uvas por gravedad al ser vaciadas en la prensa, que fluye por sí mismo); y Roselito, un rosado “popular“, hermano menor del anterior, elaborado a partir de un coupage tradicional de albillo y tinto fino procedente de viñas viejas.
Y 2 tintos: Antídoto, un “mosaico de 550 parcelas de viñedos viejos” y rendimientos bajos de 3.500 kilos de uva por hectárea; y La Hormiga, procedente de uvas de la parcela homónima, obtenidas de viñas que justamente en 2022 cumplen un siglo de existencia.
Incremento de un 100% de la producción
La producción de Bodegas Antídoto casi se duplica en 2022 respecto a la campaña anterior, ya que en el caso de Roselito pasa de 35.000 a 50.000 botellas; se incrementa de 1.600 a 2.400 en Le Rosé; y dobla de 100.000 a 200.000 y de 50.000 a 100.000 botellas en Antídoto y La Hormiga, respectivamente.
El 70% de la producción se comercializa en España y el 30% restante se exporta a 15 países. El objetivo a corto plazo, como explica el propio Sourdais, es seguir aumentando la producción para “hacer frente a la demanda creciente de los mercados nacionales e internacionales, pero sobre todo el objetivo es seguir incrementando la calidad de nuestros vinos”.
El enólogo añade que uno de los aspectos diferenciales de la bodega es la producción ecológica: “el reto es muy grande, ya que el principal problema al que nos enfrentamos es la elevada dificultad de mecanizar el viñedo viejo de Soria para los trabajos del suelo y la protección fitosanitaria”.
Más información en el número de abril de la revista Castilla y León Económica