Después de muchos años trabajando para otras bodegas pero persiguiendo -y dando forma- a su sueño, María Burgoa lo hizo realidad en 2015 al alumbrar Lar de Maía, asentada en Cubillas de Santa Marta (Valladolid), cuyo leitmotiv es la elaboración de vinos de calidad innovadores pero de forma tradicional, naturales, sin aditivos, que basa su producción en el modelo de vino de pago, con cosechas muy limitadas -40.000 botellas en la campaña 2021, el doble que la precedente- y controladas.
Al contrario que muchos otros proyectos del sector, antes de acometer una gran inversión para construir una bodega y dotarla de maquinaria, optaron por abrir un canal de ventas y apoyarse en la economía colaborativa mediante el alquiler de instalaciones y maquinaria compartida con bodegas vecinas; aunque el reto de construir su propia bodega está presente.
Búsqueda de clientes internacionales
Una de las primeras cosas que llama la atención de esta bodega es su declarado foco en el mercado exterior, al que destina nada menos que el 95% de su producción. “Buscamos de forma exhausta clientes a nivel internacional porque sabemos cómo trabajar el mercado exterior, a pesar de lo lento y costoso que es invertir en hacer clientes extranjeros. También estamos haciendo avances en el mercado nacional, pero es cierto que el mayor número de oportunidades comerciales viene de fuera”, enfatiza Burgoa. De hecho, están a punto de entrar en Colombia y Sudamérica; en la Costa Este de EE UU a través de Nueva York y la zona de Miami; y en Europa, donde la bodega está bastante asentada, empiezan a trabajar en Italia.
Gama de vinos
La bodega familiar vallisoletana elabora varios vinos, como el rosado Lar de Maía 8º; y los tintos Lar de Maía 5º, con crianza de 12 meses en barrica; Lar de Maía 7º, de autor y con 14 meses de paso por madera; y en la primavera de 2022 verá la luz por vez primera su tinto garnacha con 14 meses en barrica.
En palabras de Burgoa, “buscamos elaborar vinos sinceros y de alta calidad, con un cuidado absoluto en la imagen exterior para que llame la atención al público y nos permita diferenciarnos. Esa imagen, la botella, es lo primero que ve el consumidor antes de tomar su decisión de compra, de ahí su trascendencia”. Aunque también haya aspectos que su reducida producción hace posible que sean diferentes de lo habitual, como el prensado a mano de todas sus uvas.
Respeto al medio anbiente
Una de las máximas de la bodega es el respeto por el medio ambiente, lo que permite obtener vinos más naturales. Sus uvas crecen en una variedad de suelos, en su mayoría arcillosos, arenosos, de grava y caliza, que aporta a los vinos características propias. Los abonados se realizan de forma individual en cada parcela, en función de sus necesidades y de la edad de la viña.
Más información en el número de marzo de la revista Castilla y León Económica