Cuando se habla de la despoblación del mundo rural castellano y leonés y de la necesidad de hacer llegar el desarrollo económico a los pueblos a través de la instalación de empresas y el apoyo a los emprendedores, es conveniente echar un vistazo a una zona de la provincia de Segovia que desde hace décadas disfruta de una actividad agroindustrial muy exitosa, sobre todo en la producción de hortalizas y plantas madre de fresa, pero también en otras actividades no relacionadas con la agroalimentación. Se trata de la comarca natural del Carracillo, al noroeste de la provincia, que está encuadrada dentro de la Tierra de Pinares e incluye los municipios comprendidos entre los ríos Cega y Pirón.
Eduardo Pérez, presidente de Electricidad Eufón, explica que el Carracillo “tiene la fortuna de disponer de tierra muy adecuada para estos productos y agua abundante en el subsuelo. Muchas empresas del sector hortícola han crecido enormemente en los últimos años, hasta el punto de necesitar mano de obra y de extender su actividad a otras provincias y países, con proyectos empresariales muy importantes. En estas condiciones, el emprendimiento ha encontrado grandes posibilidades para desarrollarse”.
Entre los numerosos ejemplos de éxito empresarial en esta comarca se encuentra Granalu. Ubicada en Sanchonuño (Segovia) desde su fundación en 1985, esta empresa es uno de los principales fabricantes de semirremolques de aluminio en Europa y exporta a más de 20 países. Con una facturación cercana a los 30 millones en 2021 y unas instalaciones que han crecido hasta ocupar 40.000 metros cuadrados, su plantilla ha pasado de 110 a 150 trabajadores en los dos últimos años.
Ventajas de la zona
“Son muchas las ventajas de estar ubicados en esta zona. Sanchonuño es una localidad que siempre ha sabido cuidar muy bien a su tejido empresarial”, señala Alberto Guijarro, director general de esta empresa familiar, que subraya: “contribuir a dinamizar la economía y el empleo en la España vaciada nos hace sentirnos muy orgullosos. Por otra parte, la comarca cuenta con una calidad humana excelente, de la que se nutre nuestra empresa, son personas con muchas ganas de trabajar y profesionales cualificados”.
A juicio de Guijarro, cuya compañía familiar también posee La Brasería de Cuéllar y la finca Terrabuey -siendo los inventores del bueyturismo-, gran parte del éxito empresarial de la localidad se debe a sus dos últimos alcaldes, José Luis Herrero y Carlos Enrique Fuentes, “2 visionarios que han sabido captar y mantener a una serie de empresarios, al facilitar su implantación y apoyarles de una forma muy humana. Si a esto le sumamos un grupo de empresarios valientes y comprometidos con la zona y su gente se consigue la sinergia perfecta”.
Ubicada también en Sanchonuño y dedicada a la producción de zanahoria, remolacha y maíz dulce, Hijos de Teodoro Muñoz (El Campo) ha experimentado un notable crecimiento desde su fundación en 1975 hasta alcanzar una cifra de negocio de 12,5 millones en 2021 y una plantilla superior al centenar de personas. Silvia Muñoz del Caz, directora general de la compañía, subraya “el carácter emprendedor de sus gentes y el orgullo de pertenencia” como algunas de las razones del éxito empresarial de la comarca del Carracillo –“la más rica y competitiva de producción de hortalizas de España”-, sin olvidar “el reto de seguir creando valor y hacer crecer todo aquello que nuestros antepasados crearon”.
Muñoz del Caz comenta también que, a pesar del gran crecimiento que experimenta su empresa, “no nos hemos olvidado de nuestros orígenes y los valores con los que nacimos y en los que apoyamos nuestro trabajo. Cuidamos nuestra localidad y sus alrededores y participamos en las diferentes actividades que se desarrollan”.
Capital humano
Para Félix Moracho, presidente de Huercasa, “lo fundamental de esta zona es su capital humano. Hablamos de gente emprendedora, de mentalidad abierta, trabajadora y sacrificada”, aunque también destaca “su ubicación entre Madrid y Valladolid, con buenas comunicaciones por autovía”. Huercasa, que inició su actividad en Sanchonuño en 1979, produce y comercializa productos vegetales de quinta gama. Exporta el 80% de su producción con presencia en 30 países, fundamentalmente de Europa, aunque también Rusia, Israel y EE UU. Con una plantilla de 140 personas y una facturación de 52 millones, ha mantenido un crecimiento de doble dígito durante varios ejercicios. “Aunque los últimos años han sido complicados, salvamos bien 2020 y mantenemos buenas perspectivas para el futuro”, concluye Moracho.
María José Tapia, directora comercial y de Comunicación de Naturpellet y segunda generación del grupo empresarial familiar fundado en 1987 con la implantación de Pallet Tama en Sanchonuño, es muy clara para explicar las ventajas del Carracillo para su empresa: “nosotros trabajamos con madera y la madera está aquí. Eso nos ahorra costes y trastornos logísticos”.
Administraciones colaboradoras
Dedicadas a la fabricación de pallets y pellet premium de madera de pino, respectivamente, y con presencia en todo el mercado nacional, Pallet Tama facturó 25 millones y cuenta con una plantilla de 140 empleados; mientras que Naturpellet cerró el ejercicio con unas ventas de 10 millones, casi un 30% más, y 23 trabajadores. Entre las razones del éxito empresarial de esta comarca segoviana, Tapia menciona “las facilidades que han ofrecido tradicionalmente las administraciones locales para la implantación de empresas. La eliminación de trabas y la ayuda en todo es un llamamiento enorme para los negocios”.
Por su parte, “Viveros Campiñas ha estado siempre ubicada en el Carracillo. Son más de 3 generaciones de agricultores que han estado labrando la tierra en el pasado. A finales de la década de los 90, se unieron varias familias de agricultores para crear una cooperativa donde comercializar sus productos de una manera más eficaz, así como organizar la producción y la demanda relacionada para ser más eficientes en el destino de los recursos”, explica Gustavo Herranz, responsable de esta empresa dedicada a la producción de plantas de vivero de fresa y frambuesa, así como a la producción, transformación y comercialización de frutos rojos y hortalizas, que facturó 27 millones en 2021 con una plantilla de 350 empleados.
A su juicio, las principales ventajas de la producción en el Carracillo son la disponibilidad de agua y los terrenos arenosos, que son adecuados para los cultivos de la cooperativa. “Son cada vez recursos más escasos, por lo que hay que cuidarlos”, señala Herranz, que reclama una modernización de riegos para poder regar por gravedad con agua del río y explotar en menor medida el acuífero profundo. “Todo esto, unido al espíritu emprendedor y a la competitividad de las empresas afincadas, hace que la zona crezca y cada vez obtengan mejores productos”, concluye.
Más información en el número de enero de Castilla y León Económica