Jesús Julio Carnero, consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, se reunió este martes con los promotores de la marca ‘Queso Castellano’ que ha logrado hoy mismo el reconocimiento de Indicación Geográfica Protegida tras cumplir con todos los requisitos exigidos por la Comisión Europea. La tramitación, en la que ha colaborado la Consejería, comenzó en julio de 2015. Esta IGP, como ha resaltado el consejero, “se convertiría junto con la IGP Lechazo de Castilla y León y el Vino de la Tierra de Castilla y León en la tercera IGP que abarca la totalidad del territorio de la Comunidad”.
El Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) ha publicado este martes este reconocimiento que permitirá a la Federación Castellano Leonesa de Industrias Lácteas, propietaria del distintivo, lograr uno de los objetivos para los que se creó el sello: impulsar la producción de queso de oveja de calidad de Castilla y León, una elaboración tradicional a lo largo del tiempo.
Desde este momento, los productores adheridos a la marca podrán incorporar esta figura de calidad en su etiquetado. El distintivo ofrece al consumidor una mayor garantía de calidad y origen de la materia prima y del proceso productivo.
Qué es el Queso Castellano
El Queso Castellano es un queso graso o extra-graso de coagulación enzimática y de prensado intenso con una larga vida útil. Elaborado con leche cruda o pasteurizada de oveja procedente de explotaciones ubicadas en Castilla y León y con una maduración mínima de treinta días para quesos con peso igual o inferior a 1,5 kilogramos y de 60 días para el resto de formatos.
El Queso Castellano al término de la curación presenta unas características singulares tales como: una corteza bien definida, sin mohos, con posibles marcas (de cincho, molde o paño) y de color variable, desde el amarillo pálido hasta el marrón. La corteza podrá ser natural o tener recubrimientos de productos autorizados. Una pasta firme y compacta de color blanquecino-amarillo claro a beige y muy luminosa. El olor es moderadamente intenso pero con un rango de variación bastante amplio, con recuerdos de mantequilla, frutas y vegetal, y muy débil a frutos secos. La sensación olfato-gustativa es de elevada intensidad de sabor, tanto ácido como salado. Son quesos ligeramente picantes, de persistencia moderadamente alta y con bajo regusto final. Intensificándose todas estas sensaciones con la maduración. La textura es de quesos firmes y moderadamente solubles, elásticos, friables y granulosos.
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