Cada vez que tengo la fortuna de iniciar un máster o de entrar en acción en alguno de los primeros módulos, digo a los alumnos que lo aprovechen al máximo, que apuren cada momento del mismo, porque abrirán y cerrarán los ojos (hago el gesto, marcándolo bien) y en un plis plas el año se les habrá ido. Les digo que hoy no lo ven, que ahora ese fin parece muy lejano, pero que en nada, en ese abrir y cerrar de ojos, me estarán diciendo “qué razón tenías, se me ha ido volando” (este mismo sábado me lo recordaba un alumno del Máster en Liderazgo y Gestión de equipos).
Recuerdo a una nadadora con la trabajé hace años, que tras mucho ayudarle mis plis plas en sus momentos difíciles, me decía al regresar de un Mundial: “Félix, ahora odio tus plis plas. Estaba en la competición pasándolo en grande, disfrutándola realmente, de la compañía, del ambiente, de las pruebas, de las rivales, de mí misma y de repente me di cuenta de que se acababa, de que se me iba, en un plis plas“ (de esto hace unos 10 años ya, si lo leyera ahora …). Yo le decía que por fin había entendido el sentido de la expresión. Los sentidos más bien, pues era doble.
Doble sentido
Por un lado, minimizar esos momentos duros que a todos, antes o después, nos inundan y atrapan. En coger perspectiva temporal sobre ellos y empequeñecerlos sabiendo que dentro de nada, en un plis plas, se habrán marchado. Y en un tiempo los recordaremos difusos, como las escenas de esa pesadilla que te deja aturdido al despertar, pero que al transcurrir de los minutos se va alejando de ti, hasta quedar en el olvido.
Por otro lado, en exprimir cada momento bueno que vivimos. Y no sólo en disfrutarlo, que también, si no en empaparnos realmente de él y aprovechar cada experiencia vital para seguir creciendo y aprendiendo de ella.
Y en esa doble vara de medir la relatividad del tiempo es a donde quiero yo llevar a la gente con mis plis plas.
Hay momentos en la vida que parece que jamás van a terminar, que nos clavan en el crucifijo del sufrimiento y parece que jamás nos podremos soltar. Y cada segundo parece horas y siglos los días. Si estás ahora en uno de ellos, tranquilo, en un plis plas se habrá marchado.
Por el contrario, están esas vivencias que gozas tanto que aunque te aferres a ellas se te escapan, como agua de las manos. Y cuando te quieres dar cuenta, ya tan sólo queda en tu boca el poso de su dulzor, pero el pastel ya está engullido. Si estás en ellas, aférrate, porque en un plis plas se habrá esfumado.
Y es que todos sabemos que si miramos para atrás, muy para atrás, todos esos instantes, más o menos largos, más o menos positivos, los recordamos como sucesos momentáneos que una vez pasaron y nos generaron emociones diferentes que hoy aún somos capaces de recordar pero que, afortunada o lamentablemente, ya no sentiremos jamás. Porque una vez abrimos y cerramos los ojos y, en un plis plas, se marcharon.
Leyendo estas líneas me ha invadido un sentimiento de nostalgia, tanto que me he empezado a reír sola al darme cuenta que lo que estaba haciendo era un “plis plas” de casi unos 10 años atrás.
Igual ha sido porque me he sentido identificada, pero yo creo que ha sido porque he comprendido que el “plis plas” sigue vivo en mi interior.
Tengo que decir que siempre lo he odiado; no me consolaba en los momentos que pasaban lentos, y no me satisfacía en los momentos que corrían como el viento.
Pero me ha enseñado mucho esa frase de mi querido amigo Felix, sobre todo, a valorar tanto los días duros como los días inmejorables, porque al final todos los días suman, y en un “plis plas” esos días se convierten en semanas, y las semanas en meses, y los meses en años, y cuando miras para atrás solo puedes sonreír y decir: menos mal que me enseñó a aprovechar cada momento de mi vida.
Gracias Felix.
Sarita!!! Cómo han pasado los años eh? Parece que fue ayer cuando te sentabas frente a mí a preparar o repasar entrenamientos y competiciones… Muchísimas gracias por tus palabras y por tu confianza en mí, siempre. Y recuerda que los años nos enseñan cosas que los días jamás llegan a conocer. Un abrazo muy grande
Muy acertado el artículo Félix. Yo también soy de los que piensa en el Carpe diem, en aprovechar el presente al máximo encauzándolo hacia el futuro que deseo, hacia atrás sólo para coger impulso.
Sin embargo en cuanto a que las cosas duran un plis plas pues sí y no porque a pesar del recuerdo de que las cosas pasan y nosotros seguimos adelante no es menos cierto que algunos sucesos que te ocurren en la vida te acaban marcando el carácter pasando a formar parte de tu ADN.
Recapacitar sobre este tipo de cosas y tener claro que todo pasa es bueno y conveniente. Buena reflexión Félix.
Gracias por tus palabras Agustín. Y tienes razón con que ciertos sucesos vitales nos acaban modelando la forma de ser y dejan su poso en nosotros mucho más allá del “plis plas” en que pasaron. Un abrazo