No tan deprisa

Por: Félix Alberto Sanz

No quisiera comenzar este post sin pedir disculpas por la larga ausencia de escritos en este blog. No soy amigo de excusas y si no ha habido artículos no es porque no haya tenido tiempo para escribir (que mucho no he tenido), sino porque los ratos que he tenido para ello los he ocupado en otras cosas. Y cuando sí me he puesto a escribir, a los 10 minutos lo dejaba pues no me gustaba lo que reflejaba sobre el documento en blanco.

Y lo que me he dado cuenta al volver a poner mis dedos sobre el teclado con la firme intención de terminar lo comenzado es que las palabras no salen fáciles. Al menos no tanto como fluyen cuando escribes habitualmente.

Messi

La semana pasada escuché una entrevista al doctor Del Corral en la que le preguntaban sobre el tiempo estimado para que Messi regresara de su lesión. El doctor decía que seguramente 2 meses, pero que nadie esperara que tras esos 2 meses volviera a rendir a su máximo nivel el primer día. Y hacía la reflexión de que cualquier profesional que estuviera 2 meses sin ejercitar su profesión no estaría cómodo ni rendiría a su máximo nivel en el primer día tras su regreso, pues los automatismos se pierden tras la inactividad.

Y entonces me di cuenta de por qué no me salía nada potable cuando me ponía a escribir, la respuesta era muy sencilla: porque no me ponía a escribir de manera constante (ahora mismo llevo 10 minutos sin saber cómo seguir).

Y, tras esos 10 minutos sabiendo qué quiero decir pero sin saber cómo contarlo, recordé por qué algunas personas, aún con las ganas de cambiar o mejorar aspectos de su vida, no logran hacerlo: porque no se ponen día a día, con constancia, a hacer aquello que les hará cambiar, pues la intención la transforman en alguna acción, esporádica, pero no la convierten en un hábito y al igual que una golondrina no hace un verano, una conducta aislada no provoca una mejora sostenible, un cambio.

Impaciencia

Y muchas veces, el no ser constantes tiene que ver con lo que impacientes y exigentes que somos, con querer resultados a la primera, con creer que cambiar es un proceso mágico e inmediato. Y nos guste o no, pasar de la inactividad a la actividad, también es un cambio.

Y, así, al igual que yo quiero que tras meses sin escribir salga el post perfecto y cuando me pongo a ello sale este churro, muchas personas quieren hablar mejor en público el primer día, controlar su ira de una vez para siempre, encontrar trabajo la primera semana en su búsqueda de empleo, o…

Y no, como decía el doctor Del Corral, no podemos rendir al máximo de nuestro potencial tras meses de inactividad y aún mucho menos, añado yo, obtener resultados inmediatos cuando quiero añadir una mejora a mi repertorio de conductas.

Aunque eso sí, esperemos que Messi marque un hat trick el día que reaparezca contra el Madrid.

6 comentarios

  1. ¿Churro? Me ha parecido brillante, Totalmente de acuerdo en que cuando queremos hacer algo por primera vez queremos que salga perfecto. Me apunto a lo de no tan deprisa. Un saludo

    1. Muchas gracias por tu positivo comentario, Luís, está claro que todo es cuestión de percepciones, jeje. Y mucho ánimo con lo de ir más despacio. Un saludo

  2. Entrenamiento y constancia para evitar la frustración. Una reflexión muy buena. Una pena que no lo tengamos implementado en nuestro proceso vital y no se conozcan muchas veces las herramientas necesarias.

    1. En esta vida, casi todo es aprendible, querido anónimo, así que cuando no tenemos las herramientas necesarias… a adquirirlas!! Muchas gracias por tu comentario.

  3. La paciencia……..si usaramos más esa palabra y ejercieramos más esa acción, mejor iría todo. El problema es que no sólo es la paciencia de uno…muchas veces depende de la paciencia de quien esta enfrente.

    1. Jesús Carlos, de acuerdo contigo en que si ejercitáramos más la paciencia nos iría mucho mejor, no tan de acuerdo en que nuestra paciencia dependa de la paciencia de otros. Que otra persona sea impaciente hacia algo nuestro no siempre ha de ser sinónimo de que nosotros lo seamos. El autocontrol y la asertividad son dos grande medicinas contra esa “enfermedad”. Muchas gracias por tu comentario.

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