Me encanta rodearme de personas con más edad y experiencia que yo, me ayudan a ver las cosas desde una perspectiva diferente, más pausada, más calmada, relativizándolo todo mucho más.
Una de esas personas que tanto valor me aporta es Antonio Suazo. Alguien a quién tuve la suerte de conocer hace ya muchos años, siendo profesor mío, y que a día de hoy es un gran amigo.
El otro día conversando con él, me comentó que lleva un año inmerso en un programa de Meditación. Yo le pregunté que si se trataba de un programa de la tan de moda Mindfulness, a lo que él me respondió con rotundidad, “no, no. Se trata de meditación profunda. Centrada además en la ayuda a los demás”.
A partir de ahí me habló de muchas cosas que trabajan en el programa de meditación. Unas me gustaban más y otras, algo menos. De todas ellas hubo una que me pareció en especial interesante y quería compartir con vosotros, la denominada regocijo.
Aspectos positivos
Me contó Antonio como, todos los días, dedica 5 minutos de su meditación a pensar en los aspectos positivos, en las cualidades, de alguna persona de su círculo vital. Única y exclusivamente en los aspectos positivos de esa persona. Y después, dedica otros 5 minutos en pensar qué cosas buenas había aportado esa persona a su vida.
Y una cosa a mayores de la técnica, que hizo que me gustara más todavía, es que no se trataba de pensar aleatoriamente en la persona que en ese momento te venga a la mente, si no que ha que estar planificado de antemano a qué persona vas a dedicar tus pensamientos cada día. O sea, que hay que tener un calendario de personas.
Irremediablemente pensé en cómo una técnica, aparentemente tan sencilla, puede facilitar tantas cosas. Los efectos en las relaciones personales, en el día a día de cada persona, son evidentes, no me detendré en ellos.
Equipos
Sí quiero pararme a reflexionar lo que supondría la aplicación de la herramienta en el contexto laboral. Y lo primero que me vino a la mente fue lo fantástico que sería que las personas que lideran equipos dedicaran 5 minutos de su día a pensar en las bondades y puntos fuertes de cada persona de su equipo. Y a continuación dedicaran otros 5 minutos en pensar lo que aporta ese persona de positivo, tanto al resto equipo como a su propio responsable, el meditador.
Y pensé que esto debería ser una tarea casi obligada para alguien que quiere liderar a los demás. Por múltiples razones. Así, a bote pronto, se me ocurren que: estaríamos poniendo el foco en los aciertos en lugar de los errores; mejoraríamos las expectativas que tenemos hacia los demás; reduciríamos los conflictos; solventaríamos mejor los que pudieran aparecer; mejoraríamos el ambiente laboral; promoveríamos actitudes positivas; nuestro lenguaje no verbal cambiaría para mejor al encontrarnos con las personas…
Y justo después pensé: de acuerdo, debería ser una tarea casi obligada de un responsable de personas, pero ¿no sería lo ideal que fuera algo que lo hiciéramos todos independientemente del puesto que tengamos en las organizaciones? ¿Acaso no creo yo que liderar es una responsabilidad de quién dirige pero una opción igualmente válida para quién no tiene un puesto de jerarquía? ¿Acaso no es algo que todos deberíamos hacer, regocijarnos en los demás?
Me parece una proposición muy enriquecedora, plenamente saludable y que sólo puede aportar ideas y actitudes positivas. Una vez más se demuestra que complicamos mucho las cosas y que las mejores soluciones están esperándonos en lo sencillo,lo lógico y de sentido comun
Qué gran razón tienes, Miguel Ángel, con que las mejores soluciones se encuentran normalmente en el bolsillo de nuestro sentido común. ¡Y qué pocas veces metemos la mano en ese bolsillo para buscarlas! Muchas gracias por tu comentario.
Me encanta, muchas gracias por compartirlo