Hace pocos días, una persona me escribió un whatsapp casi desesperado. Más o menos venía a contarme que tenía 321.353.481 tareas que hacer y muy poco tiempo y que eso le estaba agobiando mucho y enfadando con los demás. Aunque el mensaje quería parecer un simple desahogo, al no darle yo respuesta en los 10 segundos siguientes, a continuación vino la pregunta del millón: “¿Qué hago?”.
Mi respuesta fue doble. La primera en tono jocoso: “Lo primero de todo, pedir propuesta para sesiones por whatsapp“. La segunda fue en serio: “Te animo a que en vez de seguir haciendo cosas, pares y pienses. Invierte un rato en PARAR y PENSAR. Lista las tareas, priorízalas y quítate las más sencillas de encima rápido. Y, sobre todo, recuerda lo que hemos hablado muchas veces, ante máxima presión, máxima calma”.
Hace poco leí una más que interesante entrevista a Magnus Carlsen, el precoz genio del ajedrez. En ella, tras la pregunta de por qué se levanta a pasear de vez en cuando durante una partida, respondió: “Me levanto para refrescar la mente, con el objetivo de volver a afrontar la partida desde una nueva perspectiva”.
Y es que las situaciones estresantes -tener muchas tareas y poco tiempo o una importante partida de ajedrez- juegan con nosotros a su antojo elevando nuestro nivel de activación -físico y mental- y a medida que dicha activación aumenta, ésta a su vez maneja nuestra atención reduciendo el foco de la misma. La relación es sencilla, a mayor activación menos cosas somos capaces de atender, pero con más intensidad.
Si logramos nivelar nuestra activación en un punto adecuado (medio-alto) ante situaciones que requieren que rindamos, será fantástico pues así estaremos más y mejor concentrados. Recordemos, por ejemplo, cuando en nuestra época de estudiantes éramos capaces de estar muy concentrados en el estudio los días previos a un examen, pero apenas nada un par de meses antes de los mismos.
Sin embargo, si nos vemos desbordados y nuestro nivel de activación se dispara, el efecto puede ser nefasto para rendir. Y para vivir. Quién haya sufrido ansiedad y haya sentido lo que es la visión en túnel sabrá de qué estoy hablando. Quien, como la persona que me escribió, se agobie muchas veces y no encuentre soluciones, aparentemente sencillas, en momentos de muchas cargas laborales (o personales), también.
Así, como consejo, cuando estemos muy estresados y con muchas cosas que hacer, yo animo a parar y pensar, pues, además de ayudarnos a organizarnos (que la planificación y la organización siempre facilitan sacar mejor el trabajo), lo que vamos a conseguir es reducir nuestro nivel de activación y ampliar nuestra atención lo suficiente para poder acceder a nuestros propios recursos, aquéllos que llevados por la situación no somos tan siquiera capaces de recordar que los tenemos.
Y es que ya lo decían Siniestro Total: “Ante todo, mucha calma”. Siempre mejor eso que acabar fast and furious.
Una gran recomendación Félix. PArarse un poco resulta de una ayuda tremenda. Me gusta tu cierre: ante máxima presión, máxima calma.
Felicidades por el post
http://www.valorsipersones-com
Gracias Toni. Lo raro es que tú y yo no estemos de acuerdo en algo sobre estos temas, jeje. Un abrazo
Qué gracioso! Todo el que te conoce siempre piensa en ti para pedir consejo, dejas huella allá por donde vas. “Ante máxima presión, mucha clama” 😉 Lo tendré en cuenta!
Lo primero dejar claro que este Félix que escribe no soy yo mismo, jajaja.
Partiendo de ahí, otro Félix, seas el que seas, muchísimas gracias por tus palabras, me enorgullece y a la vez da vértigo lo que comentas de la huella.
Un abrazo
Gracias Toni. Lo raro es que tú y yo no estemos de acuerdo en algo sobre estos temas, jeje.
Un abrazo