La etiqueta marcaba esmoquin para los caballeros y vestido largo para las damas y las tiendas de Valladolid hicieron su agosto un mes antes. También los hoteles de la zona elevaron su nivel de ocupación, ya que muchos de los más de 700 invitados eran de fuera. Pablo Álvarez, consejero delegado de Vega Sicilia y un gran sibarita, lo había preparado todo al milímetro, sin escatimar en detalles para la organización del 150 aniversario de la mítica bodega.
Una luna llena que ascendía tímidamente tras el cerro y dos grandes champagnes (Bollinger Grande Année, 2004 y Pol Roger, 2004 Magnum) dieron la bienvenida a los invitados. Pablo Álvarez defiende la teoría que el champagne es el único vino que te permite beberlo desde el desayuno, mantenerlo durante todo el día y seguir saboreándolo tras acostarte en la cama.
Los invitados pasamos a la sala de depósitos de acero inoxidable y nos fuimos saludando mientras saboreábamos un aperitivo preparado con mimo por los hermanos Roca y compuesto de delicias como Bombón de pomelo rojo y Campari, Espinas de anchoas en tempura de arroz Pals, Sopa fría de cerezas y sauco, Bombóm de salón relleno de tartar y Brioche de trufa de verano, entre otros.
2.000 metros cuadrados de carpa
Luego pasamos a una carpa de 2.000 metros cuadrados, una estructura gigantesca preparada para albergar a más de 700 personas sentadas y decorada sin estridencias con profusión de flores y plantas y lámparas de velas, donde degustamos una cena servida por el Celler de Can Roca, hasta el año pasado considerado el mejor restaurante del mundo y que ahora ocupa la segunda posición en el ranking de la revista Restaurant.
Tres Únicos
A excepción de la exquisita Suprema de lubina con salsa de avellanas, ostras, ñoquis de limón y mantequilla tostada servida con un Borgoña (Corton Charlemagne Domaine Bonneau de Martray 2009 Magnum) delicado y sedoso, el resto de los platos tenían que maridar sin restar protagonismo con cuatro grandes caldos y así catamos un Valbuena 2010 con Cochinillo ibérico con salsa de cochinillo con pimientos asados al carbón con arañones, vainilla, frambuesa, café y cacao, que crujía deliciosamente en cada bocado; los Único 2004 -todo fruta y potencia- y 1996 -elegancia y complejidad- los lidiamos con un Jarrete de ternera tibio cocido durante 70 horas con setas, trufa y aguacate; y el Único 1990 Magnum -elaborado por el anterior enólogo de la bodega Mariano García- congenió a la perfección con una dulce y untuosa Oca a la royale con remolacha, aire de terroir, genciana, clavo y trufa de verano.
Oremus Tokaj Aszú 6 Puttonyos 2006
El postre, un Parfait de albaricoque, flan de azafrán, curry, orejones, cítricos y naranja confitada, me decepcionó. Menos mal que el Oremus Tokaj Aszú 6 Puttonyos 2006 lo envolvió de un universo chispeante y cítrico.
Para no estropear la celebración, no hubo intervención de ningún político, ni siquiera la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saenz de Santamaría, que sólo subió al escenario para entregar la placa de la Orden de Honor al Mérito Civil a Pablo Álvarez, rodeado de su familia y quien de una manera coloquial y cercana sin alharacas animó a sus invitados a disfrutar de la fiesta, tras asegurar que la familia Álvarez seguirá preservando la esencia de un gran vino como han hecho hasta ahora.
La música empezó a sonar, primero soul, luego flamenco con bailaoras incluidas y los invitados abandonamos las mesas para acercarnos al escenario. Aparecieron de nuevo muchos camareros con preciosas cajas de puros, el ambiente se tornó más canalla justo cuando comenzaba a sonar jazz y la carpa se llenó de humo. Por un momento rememoré el ambiente del club del Peace Hotel de Sanghai.
A la salida, la luna estaba ya muy alta y un viento gélido impropio de julio se llevó los restos del aroma de puro de mi cabello y me recordó que para hacer grandes vinos la tierra tiene que ser fría y dura, alejada del glamour. ¡Felicidades Vega Sicilia!
Buen post!
Gracias, Alberto, amigo. Feliz verano, un abrazo.