El balance de la nueva edición de la Guía Michelin es negativo para España, porque perdemos peso: nos dan 16 nuevas estrellas, pero nos quitan 17. El cierre de El Bulli y el fallecimiento de Santi Santamaría han provocado la desaparición de cuatro estrellas de golpe. Y otros restaurantes que siempre aparecen en las quinielas para llevarse la tercera como son Calima, Mugaritz, Dacosta y Atrio no han conseguido el preciado galardón. Desilusión y resignación, porque aunque cada vez tiene menos peso en las decisiones de los potenciales clientes los criterios de las publicaciones especializadas y más los comentarios desinteresados de los ciudadanos anónimos en los portales de Internet, todavía la guía roja influye en la cuenta de resultados de los negocios gastronómicos.
Quienes sí han tendido más suerte han sido los dos establecimientos madrileños Club Allard y Diverxo y el barcelonés Abac, al lograr su segunda y merecida estrella.
Castilla y León pierde estrellas
Entre los que pierden una estrella se encuentra el restaurante Ramiro’s de Valladolid, que cambia de ubicación, por lo que Castilla y León pasa a tener tan sólo tres locales con el rutilante símbolo, tras la eliminación en la edición anterior de El Ermitaño (Benavente, Zamora), El Rincón de Antonio (Zamora) y Vivaldi (León). En la actualidad, tan sólo la mantienen Víctor Gutiérrez (Salamanca), Cocinandos (León) y Villena (Segovia); lo que nos aleja bastante de otras regiones limítrofes, como Galicia, Asturias o Cantabria, y empobrece injustamente nuestra imagen de rica despensa y mejor gastronomía.
¿Por qué la guía roja es tan cicatera con nuestro país, cuando nuestros cocineros son los que más prestigio internacional tienen y cuando España es uno de los destinos preferidos para disfrutar del turismo gastronómico? Es una incógnita, pero hay opiniones para todos los gustos, desde los que dicen que los franceses todavía no han asimilado que su primacía en la creatividad gastronómica ha sido desbancada por la imaginación hispana, hasta los que consideran que poner en cuestión decisiones de otros críticos gastronómicos de renombre internacional como la revista Restaurant -que siempre otorga un papel relevante a nuestra coquinaria- da caché a la citada publicación.
Hola María:
Me gustaría saber tu opinión sobre esta duda: Castilla y León cuenta con una de las industrias agroalimentarias más pujante y variada de España, sin embargo su nivel en alta cocina es muy bajo. ¿No tenemos más restaurantes laureados -tanto por Michelín como por otras guías- porque nuestros cocineros son muy tradicionales o porque en nuestra región no existe una demanda de esos platos más elaborados? ¿Dónde está el fallo, en la oferta o en la demanda?
Un abrazo.
Hola, comensal aburrido:
Creo que la falta de liderazgo culinario en nuestra región, puede venir tanto de la oferta como de la demanda. Me explico: pienso que a algunos cocineros de Castilla y León les falta audacia para practicar un tipo de gastronomía para la que están preparados, pero que supone un mayor riesgo para el negocio. Y esto es así, porque la demanda de los clientes habituales que acuden a sus establecimientos se inclina más por recetas tradicionales como los asados.