El actual modelo financiero, y muchas de sus prácticas, se encuentra en tela de juicio. La realidad es que se ha engañado demasiado en pro de la globalización y bajo la argumentación de un ficticio incremento de la actividad económica y del Estado del Bienestar.
En la actualidad, cada vez que se oye hablar de las operaciones económicas que realizan las entidades financieras, éstas se asocian a la especulación y al enriquecimiento. En definitiva, a la falta de ética en los negocios.
Las personas (YO) y el propio Estado (TU) han sido manipulados por una gran parte del sector bancario (EL) al no mirar por el bien común. Muchos de los bancos dieron créditos que se basaban solamente en el valor del bien que hipotecaban y que a su vez estaba sobrevalorado por las agencias de tasación. Además, en muchos de los casos, el personal bancario animaba a incluir en la hipoteca los muebles o la compra del coche incrementando el valor nominal de la misma con el argumento de que se podía desgravar en la declaración de la renta al ser una hipoteca de primera vivienda.
No se analizó la casuística particular de cada cliente (YO) al objeto de orientarle y protegerle ante una pérdida de ingresos familiares o empresariales, pero cuando sobrevino el hundimiento del sistema económico en 2007, se tuvo miedo al incremento de la morosidad y se pidió dinero público, pagado por todos (NOSOTROS), para solucionar un posible riesgo de impagos. Además, posteriormente el Banco Central de la Unión Europea inyectó alrededor de 400.000 millones de euros al sistema financiero español para que incrementara el crédito a favor del sector privado reactivando así la actividad económica del país, pero lo que realmente se ha hecho es comprar deuda pública al Estado español con un diferencial de intereses muy rentable para las entidades financieras. Lo más grave es que el Estado (TU) lo ha permitido, de alguna forma se encuentra con las manos atadas pues necesita dinero para solucionar la refinanciación de la deuda española que se ha incrementando, en estos últimos años, por la mala gestión del propio Estado.
También el sector económico se ha basado en el enriquecimiento sin límites basado en ganar por ganar sin revertir parte de las ganancias al bien común del país. El objetivo ha sido que los beneficios fueran superiores al año anterior, el crecimiento no sostenido, el pensar que los cimientos de la economía y de la sociedad (NOSOTROS) podían asumir el continuo crecimiento financiero, empresarial, profesional, estatal, etc.
Desconfianza
En definitiva, las consecuencias de una falta de ética en los negocios y de conciencia respecto del bien común se han trasladado a la sociedad (NOSOTROS). El incremento de los desahucios, con suicidios por medio, la desmotivación de nuestros jóvenes, la depresión del ciudadano, la desaparición de empresas, la falta de educación en creatividad y emprendedurismo y mucho más, han hecho que se haya perdido la confianza y la credibilidad en el sistema económico-financiero, tanto público como privado. En cierta forma, el ciudadano (YO) se encuentra desamparado sin saber quien le puede ayudar ni a donde puede dirigirse.
La realidad es que hemos olvidado a quién servimos y por qué existimos. Se han perdido los valores como la integridad, la honestidad, y la solidaridad. No nos importan las carencias de nuestros compañeros de viaje. Nuestro éxito se sustenta en el enriquecimiento sin límites y en una mejor vida basada en consumir por consumir siendo una de las causas del desplome económico de los últimos años, lo que ha originado el hundimiento de muchas empresas y como consecuencia destrucción de empleo trayendo, a su vez, un menor consumo de bienes y servicios.
Punto de inflexión
Es necesario, por tanto, ante este contexto, que la sociedad (NOSOTROS) tome las riendas de la situación obligando a las entidades financieras que apoyen iniciativas de desarrollo de la comunidad obteniendo una rentabilidad acorde con sus expectativas de haber contribuido al bien común, obligando al Estado (TU) a que racionalice la gestión del gasto evitando las duplicidades, y exigiendo una eficacia y eficiencia a todo su personal empezando por los gestores públicos (VOSOTROS) de las comunidades autónomas (ELLAS) sin olvidar que están administrado bienes públicos y que han de mirar por el bien común.
Finalmente, es necesario obligar al ciudadano (YO) a ser responsable con su capacidad de gasto exigiéndole una planificación coherente acorde con sus posibilidades y no gastar por gastar, siendo precavido en las acciones a realizar. El objetivo no debe ser especular, ni enriquecerse a toda costa sino contribuir al desarrollo de la sociedad (NOSOTROS) en la que vivimos.
En definitiva, la economía tal y como la conocemos hasta ahora, ha dejado de existir. Nos encontramos ante un antes y un después. La realidad es que el futuro de la macro y microeconomía ha de sustentarse en el bien común. Una economía basada en la ética de las personas, de las empresas, de las instituciones, y de los Estados. Todos ellos han de obtener beneficios acordes con el bien común, pero no deben destruir parte del entramado en el que se sustentan pues la propia globalización hace que la economía, motor indiscutible de la sociedad (NOSOTROS), pueda hundirse en el abismo originando una guerra económica de consecuencias inimaginables para el ser humano. Toda la sociedad es responsable de lograr forjar un futuro para las nuevas generaciones, seamos decentes en nuestras acciones y pongamos de una vez los medios.
Con un poco más etica en todo, no solo en la economía, mejor nos iria
Tienes mas razón que un “santo”.
Un abrazo.
Enhorabuena por tu artículo Juan Carlos. Como economista y colegiado me veo representado en las palabras de tu artículo. Como muy bien dices, el objetivo es no especular ni enriquecerse a toda costa sino contribuir al desarrollo de la sociedad, y para eso se necesita que el Estado (NOSOTROS) fomente y ayuda a los emprendedores que realmente contribuyan al desarrollo de la sociedad y el Estado (NOSOTROS) dé la espalda y persiga a todos aquellos especuladores que no se vean favorecidos por AMNISTÍAS FISCALES.
Me quedo con esta frase que me parece una refelxión genial:
“La realidad es que hemos olvidado a quién servimos y por qué existimos. Se han perdido los valores como la integridad, la honestidad, y la solidaridad” Y aqui todos tenemos parte de culpa cuando no lo inculcamos en nuestros hijos….
Estupendo artículo
ISABEL CLAVERO