Tras la visita del presidente Rajoy a Washintgon, estuve haciendo algunos esbozos para escribir un post sobre algún tema que no os hubieran contado ya los colegas periodistas de Alberto Cagigas que informaron sobre el evento. Ya he podido comprobar que os han contado todo, incluidos los menús y los vinos que se tomaron en la comida con empresarios en la US Chamber of Commerce (hasta me llamaron de un periódico gallego para corroborarlo). Tras la resaca de las noticias presidenciales (llegadas de España), ayer me encontré con algo con lo que no contaba.
Pasé por la catedral de Washington DC. Es como una copia de sus hermanas europeas góticas, pero con la perfección de una maqueta hecha en el siglo XX. Se preparaba un evento en memoria de Martin Luther King como cada año el 20 de enero, desde su muerte en 1968. Y asistí. Realmente impresionante el contenido emotivo de las actuaciones de los 6 grupos que participaron (os envío una foto de muy regular calidad, pero en la que podéis ver el púlpito desde el que el reverendo dio su último sermón días antes de ser asesinado).
Igualdad
Entre cantos, bailes, monólogos, un extracto de sus palabras y un recuerdo al imborrable I have a dream, pasé 2 horas en las que comprobé que para la población africana-americana (ésta es la forma correcta de denominar su raza), las cosas siguen en marcha pero sin arreglarse. Aún tienen el sentimiento de tener mucho que ganar todavía, pues los discursos de libertad e igualdad se siguen repitiendo.
Todos hemos oído cantar Oh Happy Day en 1.000 versiones (una buenísima del coro Gospel de Simancas, por cierto). Este coro de la foto quizás no sea el mas técnico ni el de más calidad, pero desde luego sí el que más sentimiento le ha puesto de los que yo he escuchado. Tuve la sensación de estar en el lugar y en el momento más adecuado para escuchar este Día Feliz.
El plato final fue una canción que, los que conocieron los movimientos universitarios setenteros, recordarán: Nosotros venceremos (Joan Báez). Todos los coros y todo el público puesto en pie la cantó. Incluso yo no pude escapar a un momento tan emotivo.
