Simeone, su eficaz gestión del liderazgo

Por: Eduardo Estévez
Juanfran Torres, jugador del Atlético de Madrid.
Juanfran Torres, jugador del Atlético de Madrid.

Pocas veces en las empresas adquieren protagonismo las personas con cargos o responsabilidades medias/bajas. Normalmente, sólo vemos en los periódicos a los jefes, a los líderes, a los CEOS o a los que tienen la alta responsabilidad en la dirección.

Lo mismo sucede en los equipos de fútbol. Sirva esta reflexión empresarial al hilo de lo sucedido en el partido Atlético de Madrid-PSV. Los paralelismos en la gestión del liderazgo deportivo y empresarial son en muchas ocasiones similares. Siempre hay un líder en las organizaciones con cara y ojos, con la tremenda tarea de hacer partícipes de un proyecto común a todos y cada uno de los miembros de la organización. Es cierto que unas personas son más visibles que otras por la responsabilidad que desarrollan, pero no es menos cierto que cada persona cuenta, que cada persona debe ser imprescindible para el reto a alcanzar, que cada persona -en definitiva- es relevante.

Juanfran

En el fútbol, como en la empresa, todos cuentan. Para ejemplo, el caso paradigmático de el otro Torres: Juanfran. Juan Francisco Torres es el resultado de muchos años de trabajo en equipo, de gestión del liderazgo y de comunicación, especialmente del CEO del equipo Cholo Simeone. La misma persona, dirigida por un líder u otro, es diferente. En concreto, Juanfran hace unos años estaba destinado ser un profesional sin mucho protagonismo en su empresa, el Atlético, hasta que se cruzó en su camino un verdadero líder que poco a poco fue capaz de obtener lo mejor de él mismo, explotando sus virtudes y mejorando sus defectos.

La culminación de este proceso, lleno de trabajo y sacrificio, culminó con el penalti que dio el paso al equipo de Madrid a los cuartos de final de la liga de Campeones. ¿Casualidad? El momento seguramente lo fue, pero no así el proceso de cambio. Las responsabilidades se adquieren cuando alguien te da la oportunidad; el talento se explota a través de la formación. De eso se trata. Todos son empresa, equipo; todos son parte del todo; nadie es imprescindible paro a la vez cada uno es relevante para la organización. Tanto que, en ocasiones, la historia también guarda un hueco para los otros.
 
En la empresa, en el fútbol, la gloria y el fracaso lo son de todos. El responsable ha de ser consciente de esta máxima. El liderazgo va de conseguir que cada granito de arena sea capaz de contribuir a construir la montaña, por lo que no se debe caer en el error de minusvalorar a las personas que están en niveles de responsabilidad inferiores. Si la organización tiene un buen líder capaz de aglutinar a todas las personas en un único proyecto, normalmente se suele responder positivamente y la contribución a los objetivos es exponencial a la confianza otorgada por el líder.

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