Hace unos días coincidí en el AVE hacia Madrid con dos empresarios conocidos de Valladolid. Iban en vagones diferentes y tuve la ocasión de charlar unos minutos con ellos; en el andén con uno de ellos y más tarde, ya en el vagón, con el otro. Los dos marchaban al extranjero. Uno a Chile, el otro a Perú. “Hay que buscarse la vida”, me comentó uno de ellos.
Quizás sea esta frase la que venga a resumir de manera gráfica lo que está sucediendo en Castilla y León y nuestro país en estos momentos, desde hace unos años ya. Visto lo visto, dado el fracaso y el engaño de las reformas que se anuncian y no se hacen, lo que les queda a los empresarios es encontrar trabajo fuera. Para algunos no es difícil puesto que la cultura de la exportación y la internacionalización ya la tenían de mucho antes de esta etapa de crisis. Pero para otros no lo es tanto puesto que no estaban preparados para un cambio tan fuerte como el que les obliga la situación actual.
Economías emergentes
El caso es que una de las salidas que quedan es la internacional. Si analizamos los datos macro, efectivamente vemos que fuera de España “no llueve tanto”. En América, países como Perú o Panamá crecen a más del 9%, China al 9%, en África algunos superan el 10%, incluso en Europa del Este países como Rumanía o Bulgaria superan el 6%.
España se ha quedado atrapada en su pasado y el gobierno parece que no es capaz de generar la confianza ni las reformas necesarias para impulsar nuestra economía y el empleo. El último ejemplo lo tenemos en la mal denominada reforma laboral; que habría que entenderla como casi reforma laboral ya que ninguno de los puntos importantes para que el cambio resultase de peso se han acometido: nada sobre el absentismo, casi nada sobre la flexibilidad en la jornada de trabajo, ninguna cláusula de descuelgue de los convenios colectivos, casi nada sobre la vinculación de salarios a la productividad… El panorama sigue siendo el mismo.
Con ello se confirma la tesis de que hay que trabajar en lo que depende de uno, del empresario, porque cada vez menos se confía en que sean otros los que nos tengan que sacar las castañas del fuego. La buena noticia es precisamente ésta: que las empresas que están aguantando el chaparrón están en una fase vital de acción y no de pasividad como hace un año más o menos, cuando aún había confianza en que nuestra clase política -tarde o temprano- estaría a la altura de las circunstancias. Pero ya es tarde. Y mientras tanto, casi cinco millones de dramas personales de los que siguen sin trabajo.
Genial, como siempre, Eduardo. Está muy claro que hay que trabajar duro en lo que a uno le compete y sólo así existe la posibilidad de sobrevivir tal y como están las cosas…
Es vital buscar mercados que sí se estén moviendo para poder continuar con nuestra actividad. Es duro, pero parece que es el mejor camino!