Soy un fanático de los productos de Apple antes de que la marca se popularizase con aparatitos como i-Pod, i-Pad o i-Phone, por la sencilla razón de que esta compañía eliminó mi pánico a los ordenadores. Allá a finales de los 80, cuando era un imberbe universitario en prácticas, las redacciones de los periódicos estaban viviendo la mayor revolución tecnológica desde que se inventó la imprenta al pasar de las máquinas de escribir a las computadoras, a las que teníamos un gran rechazo inicial. Los primeros ordenadores nos resultaban complicadísimos de utilizar porque había que manejar una serie de claves (F13, F15, etc) según escribiéramos un titular, una entradilla, un texto, un ladillo o un pie de foto. Además, las letras, de un verde fosforito parpadeante sobre un fondo negro, se te clavaban como alfileres en los ojos. Por no hablar de cuando se borraban los textos, con los consiguientes exabruptos que lanzaba el desconsolado periodista que estaba a punto de finalizar una crónica engullida por el malévolo ordenador.
Ay!, mirábamos nostálgicos nuestras viejas máquinas de escribir porque pensábamos que los ordenadores iban a acabar con nuestro amor a este bello oficio. Hasta que llegó Apple con un sencillo sistema de edición que nos hizo recobrar la fe en nuestra profesión y terminó con nuestras fobias a estos cachivaches. Desde entonces, he sido un fiel seguidor de sus productos, porque sabía que su comprensible manejo iba a compensar mi innata torpeza a utilizar aparatos cargados de tecnología. Qué le vamos a hacer, uno es de letras y todavía soy de los que leen libros de papel, compra periódicos y revistas y disfruta con el diseño, el olor y el tacto de una buena edición.
Como también me gusta pasear por las librerías para echar un vistazo a las últimas novedades editoriales, la casualidad quiso que en la sección Libros de Bolsillo se encontrara la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson. No soy nada mitómano, pero en agradecimiento a mi ahora amistosa relación con los ordenadores, compré el libro, también animado por el excelente criterio que tengo del escritor. Su lectura me enganchó desde el principio y ya se encuentra entre las biografías más apasionadas que he leído, junto a las noveladas de Napoléon, de Max Gallo, o la triología de Alejandro Magno, de Valerio Massimo Manfredi. Con una ventaja, el libro sobre Jobs es totalmente inspirador para gestionar una empresa.
Así que si eres directivo, empresario o autónomo, quiero compartir algunas lecciones de este personaje que fue capaz de revolucionar 6 industrias: los ordenadores personales, las discográficas, las tabletas electrónicas, la telefonía móvil, los medios de comunicación y el cine de animación (fundó Pixar, a la que debemos algunas de las mejores películas de los últimos 20 años, como Toy Story, Monsters, Buscando a Nemo, Wall-E, Up o Inside Out, entre otras).
1- Es importante que en la empresa exista un cruce entre humanidades y ciencias, ya que te da una perspectiva más amplia del mundo y de los negocios. A mí este consejo me encanta ya que de hecho en Castilla y León Económica estamos organizando eventos donde unimos el ámbito de la empresa con el de la cultura y la música. Porque, aunque algunos no se lo crean, hay vida más allá del balance.
2- Hay que ser perfeccionista y cuidar todos los detalles de un producto. Jobs siempre recordaba que su padre le aconsejaba la importancia de un buen acabado incluso en las partes traseras de los armarios o de las vallas, aunque nunca fueran a ser vistos por nadie. Cuida la belleza de lo oculto.
3- En un mundo racional, utiliza “el poder de la intuición y de la sabiduría basada en la experiencia”.
4- Adelántate a las amenazas que se ciernen sobre tu empresa. En su caso, Jobs lanzó el i-Phone porque veía a los teléfonos móviles como un riesgo si empezaban a incorporar sistemas de reproducción de música, lo que acabaría con el i-Pod. De hecho, observó que este fenómeno estaba ocurriendo con las cámaras fotográficas, cuyas ventas caían en picado ya que los modernos móviles podían sacar fotos. Al final, Jobs fue quien, con el i-Phone, terminó con algunos de los mayores fabricantes de teléfonos inalámbricos.
5- En una empresa, sobre todo si ya tiene cierto tamaño, no puede haber departamentos estancos, todos deben de tener un objetivo común y trabajar para conseguirlo, aunque en principio parezca que pueda perjudicar a una división.
6- Concéntrate en 2 o 3 proyectos y no disperses esfuerzos. Los equipos de innovación de Apple esbozaban numerosos proyectos, pero la compañía sólo sacaba adelante unos pocos, aquéllos que intuía que iban a arrasar en el mercado.
7- Transmite, con la imagen de tu empresa y con la presentación de tus productos, un estilo de vida e incluso una forma de pensar. De ahí el famoso eslogan de Apple Piensa diferente.
8- No permitas nunca “las soluciones prácticas de compromiso”, aunque incluso cumplan con el plazo y el presupuesto prefijados. Siempre se puede mejorar.
9- Descarta inmediatamente a los mediocres, a los de segunda fila. A la gente brillante le gusta trabajar con otros profesionales destacados. “Los jugadores de primera sólo quieren tener a su lado jugadores de primera”.
10- Si eres innovador, no te fíes de los estudios de mercado porque, según sus palabras, “los clientes no saben lo que quieren hasta que se lo mostramos”. Cuando presentó el Macintosh, un periodista le preguntó qué estudios de mercado había realizado. Y él contestó: “¿acaso Alexander Graham Bell realizó un estudio de mercado antes de inventar el teléfono?”.
11- Ten siempre la capacidad de reinventar tu empresa. “Tienes que estar dispuesto a recoger todo lo que eres y todo los que has hecho y arrojarlo por la ventana”.
12- Aunque seas un déspota, tirano, asocial, iracundo, intransigente e impaciente, puedes implicar y movilizar a toda la plantilla si por encima de todas esas características de tu personalidad sobresale la pasión por lo que haces, una pasión que se contagia a los demás y que puede hacer de tu compañía la mejor del mundo. “Si no te entusiasma algo, entonces no vas a dar un paso más de lo necesario, no vas a trabajar ni una hora más, no vas a tratar de poner en duda el status quo”.
Buen artículo. Con tu permiso me lo tomo como referencia.
Gracias
Saludos
Hola Ángel Luis: Muchas gracias por tus palabras. Un abrazo.