Recientemente leí en la Prensa unas declaraciones de Alexander Pereira, superintendente de La Scala de Milán, que es el teatro operístico más prestigioso del mundo y la segunda marca italiana más conocida después de Ferrari, en las que afirmaba: “creía que el dinero privado era veneno”. La sincera reflexión de Pereira, quien ante los recortes públicos se ha visto obligado a buscar el patrocinio de las empresas para cuadrar un presupuesto anual de 120 millones de euros, refleja la irracional alergia que produce el dinero en una parte de la sociedad, y me recordó una sorprendente escena con un genial artista español.
Por casualidades de la vida, un amigo me comentó que conocía a un pintor español cuya obra admiro, así que le pedí si podía organizar una visita a su estudio para charlar con él y de paso comprar un grabado -los tiempos no están para dispendios-. Al poco tiempo, ya tenía organizado el encuentro al que asistí expectante por la posibilidad de compartir unos minutos con el artista.
Antes de entrar en su estudio, su marchante me indica que no hay problema en comprar uno de los cientos de grabados que el maestro tiene colgados en su luminosa estancia, pero acto seguido me advierte que no debo preguntar por el precio de la obra escogida. “Ni una palabra de hablar sobre dinero, aborrece que le hablen de ese tema porque cree que el dinero ensucia”. Esa visión está más generalizada de lo que pensamos en nuestra sociedad, cuando es todo lo contrario: el dinero es la justa recompensa a tu trabajo, a tu capacidad, a tu esfuerzo, a tu acierto y es una vara de medir tu valía.
Sobre este tema, poco puedo aportar a lo escrito por Ayn Rand: “el grado de productividad de cada uno es también el de su recompensa. Éste es el código de existencia, cuya herramienta y símbolo es el dinero”. Para la escritora norteamericana, al fin y al cabo la riqueza “es la capacidad del hombre para pensar”. Por eso, una mente sana no envidia el patrimonio de una persona de éxito, sino su inteligencia y destreza, porque el dinero es sólo una herramienta para alcanzar metas más altas. Quien maldice el dinero es porque lo ha obtenido de forma deshonrosa o porque está frustrado con sus limitaciones, mientras que quien lo respeta es porque lo gana con dignidad y valora esta cualidad en los demás.
Moralidad humana
Advierte Rand, para quien la frase hacer dinero contiene la esencia de la moralidad humana, que quienes se avergüenzan de generar beneficio “son un cebo natural para las bandas de saqueadores que desde hace siglos se agazapan bajo las rocas y salen en cuanto huelen a alguien que ruega ser perdonado por ser rico, y se apresuran a aliviarlo de su culpa, de su dinero y de su vida”. Un aviso muy oportuno en estos tiempos revueltos donde algunos quieren resucitar trasnochadas doctrinas cuyos resultados todos conocemos.
En este nuestro país, cuando se habla sobre las personas de éxito (deportistas, artistas, empresarios, entre otros), los envidiosos comentarios se suelen circunscribir a la cantidad de dinero que ganan, y se obvian las cualidades y los méritos que han posibilitado generar ese patrimonio. Así, el debate se centra en cómo redistribuir esa fortuna, no en qué puede hacer cada uno para intentar ese éxito. Por eso, para Rand el gran mérito de la sociedad norteamericana fue ser la primera en comprender que la riqueza debía de ser creada, al contrario que otros pueblos, como el nuestro, donde se consideraba (y se considera) que la riqueza es “una cantidad estática que sólo puede ser mendigada, heredada, distribuida, saqueada u obtenida como un favor”.
Volviendo al encuentro con mi hasta entonces admirado artista, al final compré un pequeño grabado, cuyo precio tuve que negociar después con su marchante en el portal del bloque de viviendas donde se ubica el estudio del pintor. La transacción se realizó mediante pago en metálico -la suma no era muy elevada- bajo la mortecina luz de una parpadeante bombilla. Ahora tengo colgada la obra en una parte destacada de mi casa, no sólo por su valor artístico, sino también para recordarme todos los días la estupidez de los hombres que desprecian el valor del dinero motivados por un falso sentimiento de superioridad moral o por una frustración ante sus limitaciones, o por ambas cosas a la vez.
Gracias por el intento de levantar el velo con el que se tapan ciertas verdades.
Este tipo de individuos normalmente suelen rizar el rizo de su propio argumentario así que déjame hacerte una pregunta fácil: ¿te hicieron factura?
Apostaría, pero si pierdo no te pagaría con dinero, que está feo. ¿Te vale un grabado mio?
Gracias otra vez.
Hola Ángel: Pues sí, exigí una factura y me la hicieron. Acepto tu grabado. :-)) Un abrazo.
Comentario privado: Jajaja. Pues ¡doble o nada!: Tendrás que darme el nombre del artista en cuestión y yo mismo compraré otro grabado SIN EXIGIR la factura (eso estuvo muy feo por tu parte). Y a ver qué pasa… ;P)
Jajaja. Un saludo.
Hola Ángel: No fomentes la economía sumergida. Un abrazo.
Excelente artículo Alberto.
Aprovecho la ocasión para agradecerte la recomendación literaria que consolidó en mi cerebro la liberación de las últimas ataduras, judeo cristianas, por supuesto, pero también íntimamente ligadas a la configuración cultural europea, que sesgaban, de manera inconsciente, mi percepción de la realidad.
Sin duda los usos semánticos, que no dejan de ser un producto destilado de la configuración cultural de las sociedades, en este caso son muy significativos. Los americanos utilizan la expresión “to make money”, cuyo significado es esencialmente diferente de nuestro “ganar dinero”. Las enormes diferencias entre ambas concepciones son las que explica impecablemente tu artículo.
Muchas gracias por actuar de catalizador intelectual en este páramo nuestro.
Hola Vicente: De nada, lo mejor de leer un buen libro es poder compartirlo luego con personas de mente abierta. Un abrazo.
Hace poco recibimos a dos estudiantes en prácticas, y les di la bienvenida con unas pinceladas básicas sobre qué es una empresa. Lo primero que hice fue definirla: es una organización con ánimo de lucro. Es decir, el lucro está en su propia definición, y es su obligación obtener beneficios. Y eso nada tiene que ver con especular, estafar, explotar, o defraudar.
Por otro lado, en una conversación reciente con una trabajadora de una administración pública para la que hemos trabajado, me transmitió el sentir de muchos compañeros suyos, de otros organismos, con los que coincide en cursos sobre contratación pública: les reprochan a las empresas que sólo están para ganar dinero!!! Curiosa afirmación. Sin duda sería reprochable que una empresa ganara dinero sin dar un palo al agua. Pero si ha ejecutado el trabajo de acuerdo al contrato, ¿dónde está el conflicto?. Afortunadamente esta persona rompió una lanza a favor de las empresas, contestando: “claro, ¿y tú por qué vienes a trabajar cada día, si no es porque te pagan un sueldo? pues por la misma razón trabajan las empresas”.
Hola Carmen: Si una empresa no gana dinero, no puede pagar las nóminas ni los impuestos, que entre otras cosas se destinan a pagar los sueldos de los funcionarios. Muchas gracias por tu comentario.
Hola, es una reflexión muy interesante, ya que el dinero es un bien que bajo mi punto de vista mueve el mundo en todos los aspectos, haciendo olvidar a veces que somos humanos y que existen cosas mucho más importantes que acumular dinero.
En cuanto a la frase que dices acerca de que hay mucha gente que está más preocupada en redistribuir la riqueza de las personas de éxito en vez de generarlo, estoy totalmente de acuerdo. Hay que centrarse en trabajar y desarrollar lo que cada uno sabe hacer mejor, ya que es donde se puede alcanzar el éxito. Y cuando digo éxito no me refiero a ganar grandes cantidades de dinero, sino en ganarte la vida haciendo lo que te gusta y hacer la vida que quieres en cada momento.
Espero que este artículo haga reflexionar a más personas sobre el dinero en la vida.
Un saludo.
Juan Sanchez, redactor en http://www.creditosrapidos10min.com