Cada vez que imputan a un político o a algún trepa de la estirpe real por casos de corrupción, nos ponemos muy estupendos y decimos en voz alta: “que todo el peso de la Ley caiga sobre él”. Al margen de que la frasecita sirva de desahogo del pueblo llano, porque lo más seguro es que ocurra justo lo contrario ya que las castas protegen a los suyos, no decimos lo mismo cuando vemos comportamientos reprobables en nuestra vida cotidiana.
Si tenemos corruptelas en partidos políticos, sindicatos, patronales y otras instituciones públicas es porque se desenvuelven en una sociedad, la española, permisiva con la corrupción. Lejos de ir a menos, con la crisis esta lacra ha aumentado porque hay más necesidad de meter la mano en la caja pública para ganarse la vida, por lo que a la par se dispara la economía sumergida. Cuando la pobreza entra por la puerta, el honor salta por la ventana.
Economía sumergida
Recientemente conocimos varios datos que reflejan la gravedad del problema: la economía sumergida ya representa cerca de la ¡cuarta parte! del PIB en España y en Castilla y León se han detectado casi 9.500 empleos sumergidos en los últimos 2 años, con un alza del 9,5%, mientras que en nuestro país esta cifra supera los 161.000 puestos de trabajo. A nadie se le escapa que el fraude es inversamente proporcional a la renta de una sociedad. Cuanto más empobrecidos, más tramposos.
¿Por qué nos hemos vuelto más corruptos?, ¿por qué intentamos no cumplir con nuestras obligaciones tributarias? Pues porque nuestra endémica tolerancia con la corrupción doméstica ha servido de caldo de cultivo para que se dispare este comportamiento en plena crisis. La elevada tasa de paro ha provocado que muchas personas complementen los ingresos del subsidio con el dinero obtenido con chapuzas; que la mayor presión fiscal anime a los hombres de negocio a tener una caja B; y que el deterioro de algunos servicios sociales y el recorte en las coberturas provoquen que más de uno se cuestione para qué sirven sus impuestos.
Esta espiral es muy perniciosa, porque al final aumentan las cargas tributarias a los únicos que cotizan, sobre todo a las empresas que cumplen con sus obligaciones fiscales, lo que les resta competitividad al aumentar sus costes frente a los que se escabullen de Hacienda.
Facturas sin IVA
No sólo somos permisivos con la economía sumergida, sino que la ensalzamos. Cuántas veces hemos visto que un conocido se vanagloria de haber pagado un producto o servicios sin pedir factura, con lo que se ahorra el IVA. Lejos de afearle su conducta, lo más seguro es que los suyos le den una palmadita en la espalda admirando su picaresca, y de paso piden que les invite a unas cañas con el dinero ahorrado. Ya sé que nunca vamos a denunciar a un colega por esta práctica, pero si al menos no alabamos su comportamiento tal vez empecemos a reducir la permisividad al fraude.
Un ejemplo de cómo concienciar a la sociedad sobre este tema es la campaña lanzada por The Singular Kitchen, con sede en Valladolid y líder español en cocinas. Esta compañía ha diseñado acciones promocionales donde explica a los consumidores que deben de pedir factura en sus compras porque así protegen sus derechos si tienen que reclamar y, sobre todo, porque con parte de ese impuesto se pagan los servicios sociales que luego todos queremos disfrutar, como educación o sanidad. Creo que es la primera vez que una empresa realiza una labor didáctica contra la economía sumergida.
Recuerdo que un ex parlamentario sueco que ahora da clases en España nos confesó que lo que más le llama la atención de nuestro país es la tolerancia a las prácticas corruptas. “Si incluso a mí me vienen a ver padres para que apruebe a su hijo o le suba las notas ofreciendo regalos o favores a cambio. Por no hablar de la cantidad de sitios donde me recomiendan pagar sin factura”. Para él, de esta cultura doméstica del chanchullo luego salen nuestros campeones de la corrupción, donde, eso sí, somos una potencia.
Normal que haya cada vez mas facturas sin IVA.
En el año 1986, cuando se puso el IVA el tipo General era del 12% y actualmente es del 21%, un incremento del 75%.
Ademas se han creado muchos impuestos y tasas nuevas, gasóleo, céntimo sanitario??, tabaco, alcohol, gases, turismo, tasas depuración, vertido de aguas, etc.
Un incremento de la presión fiscal brutal. Que se le ahorra el que no hace factura, tanto el que compra como el que vende.
¿Si con el IVA al 12% teníamos para los gastos de la Administración, donde desaparece el resto de los impuestos?
La solución a la crisis pasa por:
Reducir los impuestos un 50% (en 5 años a un ritmo del 10% anual, que es la tasa de jubilación de personal de la administración)
Aumentar la responsabilidad penal de los delitos de corrupción a 10 años, tanto del que comete el delito, como de los colaboradores (funcionarios por los que pasan los expedientes y ahora miran para otro lado y no hacen su trabajo de control). Ojo con carácter retroactivo, dando un plazo de 3 meses, para regularizar la situación y reparar los daños ocasionados.
Estamos en época de cambios, con cada vez mas personas en paro, sin recursos, y vienen cada vez mas personas empobrecidas de países del 3º mundo.
Es el germen que puede desembocar en situaciones mas complicadas.
Recordemos lo que ha pasado en la historia, Guerra Civil, 1ª y 2ª Guerra Mundial.
Hola Juan:
De acuerdo que ha subido mucho la presión fiscal, pero todos deberíamos respetar las reglas del juego y pagar los impuestos para evitar el fraude y la competencia desleal. Y seguir insistiendo es que ya va siendo necesario reducir los impuestos a familias y empresas. Respecto a aumentar la responsabilidad penal por los delitos de corrupción, estoy de acuerdo en que el castigo tiene que ser tan duro que evite la tentación del posible beneficio. De lo contrario, esto es jauja. Un abrazo y gracias por participar en este blog.
yo desde hace tiempo intento aportar mi grano de arena. Pago todo lo que puedo con tarjeta, me da igual 3 euros que 30, especialmente en hostelería para que así quede registrado mi pago. Actualmente los establecimientos tienen un 0.4% con lo que tampoco les hacemos tanto la “pascua”.
Enhorabuena Alberto por mojarte tanto en ciertos temas que nadie quiere aflorar/solucionar.
Hola, muchas gracias por tu comentario y por participar en este post. Saludos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Alberto; yo trabajo en un taller de reparación de automóviles y a pesar, de que siempre damos los precios con IVA incluido, hay muchos clientes que piden que les descontemos el IVA… ¿cuando van al Corte Ingles también lo piden?
Las empresas pequeñas, TODAS, debemos ser inflexibles en estas cuestiones y comportarnos como las “grandes”.
Hola: Gracias por aportar tu testimonio y comentario a este post y poder defender una economía legal y sin trampas. Saludos.
Una de las virtudes de nuestro pueblo castellano es la seriedad en el cumplimiento de nuestra obligaciones. Otra cosa es poner la otra mejilla cuando somos objeto del abuso de las Administraciones Públicas. Esas mismas que pagan la publicidad que permite malvivir a los pocos medios de comunicación que quedan. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
¿Cómo salir de esa rueda? Cero votos a los culpables. Y a sus partidos. Hasta que legislen (y se consiga) que el ladrón devuelva lo robado. Mientras…: “El que roba a un ladrón tiene 100 años de perdón”.
Hola Ángel: Estoy de acuerdo en que una forma de castigar a los políticos corruptos es no votar al partido que aún les da cobijo, aunque a este paso van a quedar muy pocas opciones. Ahora, es peligroso caer en la tentación de evadir nuestras obligaciones tributarias como medida contra los casos de corrupción en la Administración Pública al pensar que nuestro dinero sólo sirve para llenar los bolsillos de los corruptos, pues de esa forma pondríamos en riesgo los servicios sociales, la sanidad, la educación, las infraestructuras, … Pensemos que un elevado porcentaje de nuestros impuestos sí sirven para mantener el maltrecho Estado de Bienestar en España, pues de lo contrario es mejor coger la maleta. Un abrazo y gracias por participar en este blog.