Siguiendo las sugerencias de nuestros lectores, en 2013 hemos organizado 3 jornadas sobre temas empresariales en los 5 primeros meses, con una afluencia global de cerca de 1.000 personas. Al margen del elevado interés de los conferenciantes y miembros de las mesas redondas, los asistentes venían también a otras cosas, como a hacer negocios.
En los pasados días de vino y rosas, en los eventos públicos los asistentes iban a pasárselo bien, beberse un par de tintos, comer unas lonchitas de jamón ibérico de Guijuelo, entablar conversaciones intrascendentes sobre fútbol, pavonearse un poco de la evolución de los negocios y disfrutar engreídos de la exitosa vida de cada uno. La verdad, la mayor parte de las veces se asistía a esos actos a pasar la tarde y poco más.
Pero ahora no, hoy en día los empresarios y directivos optimizan el tiempo a tope, incluso el que tiene un componente lúdico, como puede ser el ágape servido después de un evento empresarial. Esa evolución la vengo observando también en el acto público de la entrega de nuestros premios durante los últimos 6 años. En las primeras ediciones, el ambiente durante el posterior cóctel era más bien festivo, pero en las últimas ocasiones parece la extensión de la jornada laboral. Me explico: todo el mundo está ojo avizor para estrechar la relación con un cliente, conocer a un potencial comprador, saludar al empresario de turno, intercambiar tarjetas con un posible proveedor, sondear a la competencia sobre cómo va su empresa, pegar la hebra sobre nuevas oportunidades de negocio, buscar al responsable de tu entidad financiera para que se ablande en las condiciones del crédito, pedir consejos sobre cómo abordar otros mercados, escuchar las enseñanzas de los más avezados, intercambiar opiniones sobre diferentes estrategias y, cómo no, consolarse sobre la que está cayendo.
Autoridades
Otro fenómeno de estos actos es que antes, en los tiempos de bonanza, enfrente de las autoridades políticas se formaban alargadas colas de personas, me imagino que para pedirles alguna subvención o para informarse sobre los numerosos proyectos públicos que se aprobaban un día sí y otro también. Las filas llegaban a ser tan extensas que en alguna ocasión nos planteamos la posibilidad de instalar una de esas maquinitas que facilita papelitos con números, como en las pescaderías o carnicerías, pero el detalle nos parecía de mal gusto, así que decidimos dejar al albur la organización del tumulto, aunque siempre había algún listo que se colaba, como en la vida misma.
Pero desde hace unos 3 años, ocurre justo lo contrario, casi nadie se acerca a los administradores de la cosa pública; debe ser porque ya casi no hay dinero para repartir, ni programas que desarrollar, ni ayudas que conceder. Y los pocos que merodean a nuestras autoridades es para reclamar alguna factura, de ésas que duermen plácidamente en los cajones.
Lo curioso de esta nueva actitud de los antes discretos castellanos y leoneses es que funciona, pues días después me entero de las reuniones organizadas entre los asistentes a nuestros actos. Y, la verdad, me alegro mucho porque de alguna manera nuestra revista ha servido para algo más que para ofrecer información: facilitar las relaciones comerciales entre los lectores de la publicación en unas jornadas que se convierten durante el vino español en un auténtico zoco.
Por eso, seguiremos apostando por esta fórmula, en la que tenemos que agradecer el apoyo de nuestros patrocinadores hasta la fecha, ya que nos hemos dado cuenta de que los protagonistas de la economía real están necesitados de puntos de encuentro para ampliar su círculo de clientes, proveedores, socios y aliados. En definitiva, los reservados hombres de esta tierra se están volviendo unos fenicios.
Dicen que en nuestra costa levantina han heredado ese espíritu negociador del que nos hablas. Y será muy positivo que adoptemos ciertas actitudes positivas. Es de esperar que estas no vengan a sustituir una de las que más nos caracteriza en Castilla: el respeto a la palabra dada. Algunos han venido a llamarlo “Estrategia win-win” pero muchos siguen sin saber lo que significa…