Lo mejor de la fiesta está por llegar

Por: Alberto Cagigas

Recuerdo con nostalgia aquellas primeras conferencias en los albores de la crisis, allá por finales de 2007, donde los expertos mostraban varios posibles escenarios de la evolución económica: V (caída y crecimiento rápido), L tumbada (caída y recuperación plana) y la W (caída, alza y otra caída), que era la menos probable, decían. Como casi siempre, se equivocaron, porque de las tres hipótesis, la segunda es la que tiene más visos de cumplirse en España, y la tercera en los Estados pujantes de la UE. Desde esa ya lejana fecha, y pese a tener cerca de cinco millones de parados y desaparecer miles de empresas, siempre me ha parecido que la fiesta no iba con nosotros, los españoles. Mientras que aquí aplicábamos tibias medidas aprobadas con desgana al ser impuestas por la UE, veíamos cómo otros países recortaban el número de funcionarios, reducían el sector público, reordenaban su sistema financiero, concentraban ayuntamientos, disminuían los salarios, aumentaban la presión fiscal, flexibilizaban (pero de verdad) el mercado laboral o trasladaban las fiestas a los lunes para reducir los puentes, entre otras iniciativas. Alguno dirá que muchas de esas medidas fueron adoptadas sobre todo por los países intervenidos, pero es que si hacemos caso al delator Ignacio Fernández Toxo, secretario general de CC OO, España estuvo cerca del rescate por parte de la UE y del FMI, según le confesó el trilero ZP en el mes de agosto.

Como no hemos hecho los deberes, estamos a expensas de la evolución de los mercados exteriores para relanzar nuestra economía mediante las exportaciones y de las revueltas sociales en los países árabes para captar más turistas. Pero ni con ésas, ya que los Estados más desarrollados amenazan con otro frenazo y el turismo fue incapaz de dinamizar el mercado laboral incluso en el mes de agosto. ¿Y ahora qué?

Pues ahora sí que nos vamos a enterar. En noviembre tenemos elecciones generales y al próximo presidente del Gobierno, sea quien sea aunque todo apunta que será Mariano Rajoy, sólo le queda aplicar a nivel nacional la llamada Doctrina Cospedal. No hay otra salida porque los mercados internacionales tienen escasa confianza en un país que ha sido incapaz de aplicar las reformas estructurales necesarias durante los casi cuatro años que dura la crisis. El calendario para el próximo invierno se presenta caliente, pues en cuanto los nuevos gobernantes empiecen a aplicar las duras medidas, los apesebrados sindicatos, esta vez sí, convocarán huelgas y saldrán a la calle para mezclarse con los del 15-M, que todavía no han vuelto a casa.

¿Y en Castilla y León?

Pues veremos si los millones de euros habilitados por la Junta para garantizar la paz social a través de los acuerdos del Diálogo Social son capaces de mantener la baja intensidad de las reivindicaciones sindicales. Aunque lo más interesante, y ya queda poco, será el proyecto de los Presupuestos Regionales para 2012, donde veremos cómo ha calado la Doctrina Cospedal en el Palacio de la Asunción. Obviamente, nuestras arcas públicas no están como las de los castellanos-manchegos, desde luego, pero tampoco será fácil cuadrar las cuentas cuando hasta el propio Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León, reconoció en septiembre que aún no sabe con qué ingresos contará la Administración regional durante 2012 debido al fallido modelo de financiación autonómica.

Nada más ser reelegido jefe del Ejecutivo, Herrera anunció la aplicación de un nuevo plan de ajuste, con propuestas como la concentración de consejerías, la reducción del 20% de los altos cargos, la fusión de empresas públicas, la supresión de fundaciones, la aprobación de un Código de Austeridad o limitar el uso de los coches oficiales. Todo apunta a que esas medidas, presentadas en julio, deberán de ser ampliadas.

Con un sector privado que no arranca ante la apatía del consumo doméstico lastrado por las altas tasas de paro, un sistema financiero que no termina de reestructurarse y unas endeudadas administraciones públicas que se han quedado sin recursos para dinamizar la economía mediante inversiones, lo mejor de la fiesta está por llegar. ¿Quién se lo quiere perder?

Artículo de opinión publicado por Alberto Cagigas en el número de octubre de Castilla y León Económica

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