Contraten a un gestor cubano

Durante los últimos meses, leo con interés las medidas adoptadas por los ayuntamientos de Castilla y León dentro de sus planes de ahorro, como abaratar el presupuesto de las ferias con un calendario más reducido y la contratación de unos artistas de todo a cien, limitar el horario de alumbrado público, suprimir orquestas y toros o eliminar subvenciones a asociaciones de dudoso interés general. Como muchos de los propios alcaldes reconocen, esos ajustes son el chocolate del loro para cuadrar las cuentas de unos consistorios muy endeudados que han visto reducidos drásticamente sus ingresos, entre otras causas, por el desplome del sector inmobiliario.

Como nadie afronta las verdaderas reformas necesarias en la estructura municipal (¿son necesarios 2.248 ayuntamientos en Castilla y León para una población de 2,5 millones de habitantes, de los que el 75% tiene menos de 500 vecinos?, ¿cuántos frontones, piscinas, plazas de toros y parques permanecen abandonados durante largos período del año?), alguno se consolará pensando que merece la pena aguantar esas estructuras, porque tal vez la población de esta tierra aumente en los próximos años, de forma que las siguientes generaciones se encontrarán con una amplia oferta de municipios bien equipados para pasar el resto de sus días. Nada más lejos de la realidad, pues según el informe Proyección de la Población de España a Corto Plazo 2010–2020, del INE, nuestra región perderá cerca de 47.000 habitantes en ese período.

Burbuja administrativa

Como ningún responsable político quiere ser eso, responsable, seguimos manteniendo una estructura municipal sobredimensionada que provoca una burbuja administrativa que se come los escasos ingresos de los consistorios. Así que los regidores se ven obligados a afrontar la carestía con mucha imaginación e ingeniería financiera. Para diseñar esos planes de ahorro, les propongo que fichen a los mejores en esa materia. ¿Y quiénes son los mejores gestores en situaciones de escasos recursos, algún licenciado en Harvard, algún MBA por el IESE, alguna lumbrera de la Escuela de Chicago, algún cerebrito de la Universidad de Oxford? No, los más destacados en esas lides son los cubanos, quienes en su plan de ajuste que llevan años aplicando, sobre todo desde la caída de la URSS, desarrollan imaginativas medidas como paralizar los ascensores y el aire acondicionado para ahorrar energía en un país con un clima tropical, cocinar con leña en los comedores de los centros de trabajo, lavar la ropa a mano en los hospitales, recuperar a los bueyes como fuerza motriz en ciertos transportes públicos y en las labores agrícolas, utilizar tractores para tirar de los autobuses, a los que previamente se les ha quitado el motor y eliminado los asientos para que entre más gente, o recuperar el uso intensivo de plantas medicinales para sustituir a las exiguas medicinas. ¡Qué juego nos daría un alto mando castrista en nuestros empobrecidos ayuntamientos!

Un pueblo tan imaginativo como el cubano alumbra escritores mordaces y con una asombrosa capacidad de observación, como es el caso de la bloguera Yoani Sánchez, que fue elegida por The Time como una de las cien personas más influyentes del mundo. En uno de sus post, Yoani escribe: “El discurso final hecho por Raúl Castro reafirmó la idea de terminar con los subsidios… Si fuésemos consecuentes con la eliminación del paternalismo, habría que comenzar rebajando la carga que significa el mantenimiento de una infraestructura estatal que alimentamos con nuestros bolsillos… Entre el simbólico precio de una libra de arroz en el racionamiento o la enorme tajada de nuestros sueldos que se llevan quienes nos gobiernan, somos más emisores que receptores de subsidios. Erradicarlos debería ser nuestro eslogan, no el de ellos”. Pues eso, pero aplicado a la madre patria.