La generación mejor formada, ¿tiene el carácter más competitivo?

Por: Alberto Cagigas
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En estos tiempos de penumbra anímica, reconozco que una de las noticias que más me ha alegrado ha sido que los alumnos de Castilla y León superan la media de la OCDE y de España en Comprensión Lectora, Matemáticas y Ciencias, según el Informe PISA, que certifica que nuestro sistema educativo está por encima de países como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, EE UU o Austria. Los datos son de tal calado que hasta Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, convocó una conferencia de Prensa para explicarlos y, por supuesto, sacar pecho; aunque algún malévolo ha señalado que en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey, porque España no ha salido muy bien parada, una vez más, de este estudio, dado que sigue a doce puntos de la media de la OCDE.

Según este análisis, tenemos aplicados estudiantes castellanos y leoneses, pero me temo que estas cualidades no serán suficientes porque la actual crisis es tan grave que hay que prepararles para afrontar un escenario más complicado y competitivo que el actual. Como advierten algunos expertos, por primera vez puede que la próxima generación de españoles viva peor que sus antecesores; y creo que tienen razón, porque aún quedan muchas reformas pendientes de realizar en España, como la de las pensiones y la del aparato público, que puede terminar en una brutal reconversión como hemos visto en nuestros vecinos del norte de Europa. Así que más vale que vayamos cambiando la mentalidad de los alumnos, para que empiecen a descartar la carrera funcionarial como una salida profesional, pues cada vez habrá menos plazas, y para que gestionen su vida con una mentalidad a largo plazo, es decir, generar ahorros de su propio bolsillo si el día de mañana quieren jubilarse con una pensión digna, pues al Papá Estado se le está agotando la calderilla.

Desde la cuna

Es responsabilidad de los profesores y familias inculcar a los jóvenes, con mayor ahínco, los valores del trabajo, sacrificio, responsabilidad, autonomía y capacidad de asumir riesgos. Según avancen los años, la red de seguridad de las prestaciones sociales se acortará y aquéllos que confíen en que el Estado les arreglará los problemas, terminarán en la indigencia. Se acabó la fiesta y fue bonita mientras que duró. Eso hay que explicárselo a nuestros estudiantes, con toda la crudeza, sin paños calientes, para que nunca puedan decir que les ocultamos la realidad; tal como me pasó a mí en la universidad, donde los profesores nos contaban lo maravilloso que era la profesión de periodista, en la que todos queríamos ser corresponsales de relumbrón en países exóticos para escribir brillantes artículos capaces de mejorar la sociedad que analizábamos, cuando la realidad era que apenas teníamos garantizado un futuro profesional por las brutales tasas de paro de nuestro colectivo. En España repetimos hasta la saciedad que tenemos la generación mejor formada, pero ¿les hemos explicado lo que les espera fuera de la burbuja familiar?

El Informe PISA, que mide los conocimientos de los alumnos de 15 años de 65 países en las citadas áreas académicas, coloca a la cabeza por primera vez a Corea del Sur, otra evidencia que demuestra que el epicentro del mundo se está trasladando a Asia. Leo en la prensa que el año escolar de ese país asiático tiene 220 días, que el horario abarca desde las 7,30 horas hasta las 17,00, que los sábados suelen acudir al colegio y que los alumnos menos aventajados son obligados a quedarse más tiempo en las aulas. Conociendo esos datos, no me extraña que Corea del Sur se haya situado entre las economías más pujantes del planeta, porque desde la infancia ya se inserta en el ADN de sus ciudadanos conceptos como competitividad y esfuerzo, algo que está ocurriendo en casi toda Asia. Como recuerda Thomas Friedman, en el Centro de Innovación de Microsoft en China reciben a los mejores estudiantes del país con la siguiente frase: “¿te crees que eres el mejor entre un millón?, pues ahí afuera hay 1.300 tan listos como tú”.

Las nuevas generaciones que se están formando ahora mismo en las aulas tendrán que desenvolverse en un hábitat más salvaje por la creciente globalización, que incorpora a las economías desarrolladas a millones de profesionales de zonas emergentes con hambre de triunfar; por la irrupción de las nuevas tecnologías que facilitan las mismas herramientas en casi todas las partes del mundo a la hora de desempeñar un trabajo; por la mayor movilidad de las personas a cualquier zona del planeta; y por la progresiva pérdida de las coberturas sociales, que impedirá que los más holgazanes se puedan cobijar en los subsidios públicos. Ya no vale con sólo tener una buena comprensión de lectura, ser brillante en Matemáticas o dominar las Ciencias; no, además hay que ser competitivo. Conviene explicar, cuanto antes, estos cambios a nuestros jóvenes, para que en el futuro no digan como Mark Twain: “nunca he dejado que la escuela interfiera en mi educación”.

3 comentarios

  1. Hola Alberto:
    Has puesto el dedo en la llaga, pero la llaga es muy grande. Educamos a nuestros hijos (me incluyo) mal, muy mal. Se intenta que sean todos iguales, pero igualando por abajo, lo que les llevará a la indigencia competitiva. Es España decimos que faltan empendedores, y cómo no va a faltar si nos estamos cargando valores como competitividad, compromiso, esfuerzo y liderazgo.
    Intentamos que sean “políticamente correcto”, o sea hipócritas, que no se traumaticen por no ser los mejores, que no destaquen y es que no hemos aprendido de la Historia, en nuestra posguerra vimos como como los “pobres” destacaron mucho más que los “ricos”, ya que tenían necesidad, las empresas familiares en su tercera generación suelen pasar problemas, por que los propietarios están muy “cómodos”, los mejores corredores de fondo son de paises subdesarrollados, y miles y miles de ejemplos que nos podrían llevar a la conclusión de lo mal que lo estamos haciendo.
    Que en la televsión los modelos a seguir sean futbolistas, actores, o Belén Esteban nos puede dar una idea de hacia donde vamos, no apreciamos a los maestros, investigadores o emprendedores y no les apreciamos, es más los buenos se tienen que ir a otros paises.
    Nos lo tenemos que mirar.
    Saludos

  2. Qué razón tienes Alberto, nos hacen falta jóvenes preparados, pero sobre todo con ambición, capacidad para asumir riesgos y ganas de labrarse un destino propio.
    Enhorabuena por tu artículo.

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