No se cambia lo que gusta: el 42% de los propietarios de la primera generación del Renault Captur fabricado en Valladolid confiesa que la estética ha sido el criterio principal de compra. Aun así, los cambios en ópticas, pilotos traseros, incremento de la caída del techo en la parte posterior o de proporciones hacen que el nuevo SUV de Renault trasmita más fuerza visual. Por dentro, la revolución es total, con una calidad de materiales y ajustes que le convierten en referencia de su segmento. Y a un diseño más atractivo, destacando el salpicadero, la consola central flotante y la pantalla de instrumentación. Por encima de la consola central, donde tenemos los mandos físicos de la climatización, está la pantalla de 9,3 pulgadas, con una fluidez de utilización equiparable a un smartphone.
El espacio delante es bueno, al igual que detrás, y también ha ganado en capacidad el maletero.
Al estar basado en una nueva plataforma CMF-B, recibe una nueva arquitectura electrónica que le permite, gracias a una cámara y un radar frontal la incorporación de las últimas ayudas a la conducción. También se podrá pedir el asistente a la conducción semiautónoma Highway & Traffic Jam Companion, que regula la velocidad del coche y mantiene las distancias de seguridad con los vehículos que le preceden, permite que se pare y vuelva a arrancar de forma automática en tres segundos sin acción por parte del conductor y le mantiene centrado en la vía.
Mientras que el primer Captur tenía un tren posterior con suspensiones demasiado blandas, el nuevo ofrece una acertada progresividad de amortiguación tanto delante como detrás. El tren delantero destaca por su elevada adherencia, como una berlina, y el tren posterior ofrece una estabilidad irreprochable. Así, a diferencia de muchos de sus rivales de segmento, el Captur II no teme ni las curvas ni una conducción dinámica, y al tiempo es muy cómodo.
Respecto a los motores, tenemos versiones diésel y gasolina entre 95 y 155 caballos. En marzo de 2020 llegará una versión preparada para funcionar con GLP y posteriormente el E-TECH Plug-in, un híbrido enchufable.
Hemos probado los dos motores de gasolina 1.3 TCe de 130 y 155 CV y cambio EDC, un automático doble embrague de siete relaciones. Es un motor que va muy bien con ambas potencias y el cambio EDC le mantiene siempre en un régimen óptimo de empuje. El primero es suficiente para la mayoría de los usuarios pero el segundo, si ya buscamos un sabor deportivo y más dinámico o tener una buena reserva de potencia a la hora de adelantar incluso cargados, es muy recomendable.
Santiago de Garnica