En 1969, Datsun lanzó su fabuloso cupé 240Z. Cincuenta años después, la saga sigue siendo parte de una historia de pasión. Si el espíritu de un pequeño automóvil deportivo ligero y moderno se ha sacrificado en el altar del confort moderno, Nissan nos invita a celebrar este maravilloso GT cinco décadas después con un Nissan 370Z 50 Aniversario de serie limitada. Un Nissan Z cupé ha sido sinónimo de propulsión de cupé de seis cilindros durante medio siglo. Esta generación actual ofrece, para ser más precisos, un atmosférico V6 de 3.7 litros y con 328 CV.
Para enviar la caballería al eje trasero, podemos elegir entre una caja de cambios automática de siete velocidades con levas en el volante (la del modelo probado) y una caja de cambios manual de 6 velocidades. En este caso, el vehículo está equipado con el sistema Synchro Rev Control que asegura automáticamente la puntera del talón al hacer cambios descendentes.
Pero, ¿qué ofrece este modelo? Nissan revive el espíritu del 240Z con esta serie especial. Bueno, obviamente los ingenieros no tocaron el motor. Por tanto, conserva el gran V6 y sus transmisiones. En cambio, en cuestión de estilo y equipamiento, hay variaciones. Empecemos por el interior. El volante es el de la versión Nismo, envuelto en Alcántara. Tiene tapicería específica de cuero combinado con gamuza negra con costuras burdeos y una sobreimpresión del logotipo del 50 aniversario. El logotipo también aparece en la parte posterior del velocímetro y una placa aparece en la parte delantera del selector de marchas, cuyo pomo va cubierto de cuero negro y rojo. El equipamiento de serie es el de la versión Pack, mejorado con una cámara de marcha atrás y el sistema de navegación Connect Premium.
Si el interior permanece más o menos sobrio, el exterior es más visible con dos universos de color: blanco lunar con elementos rojos o gris plateado con elementos negros, en el caso de nuestra versión, que están inspirados en el histórico 240Z BRE (Brock Racing Entreprises) que, a principios de los 70, consiguió las primeras victorias en los circuitos norteamericanos. Además, los espejos, pilares de parabrisas, maletero y capó van pintados de rojo en el modelo blanco, o en negro en nuestro caso.
En cuanto a la conducción, al pisar el acelerador la sensación es de empuje a la antigua, sin cortapisas. Pero, ¿y en las curvas? La dirección es precisa, directa y consistente. Ofrece muy buenas sensaciones, al igual que el chasis. Y la efectividad del cambio automático nos anima a ir más rápido.
¡Ah, es el placer de la conducción en estado puro, donde lo que cuenta es la sensibilidad de manos y pies, algo casi olvidado! Si el consumo no fuera tan alto, con 15 litros por 100 km a ritmo fuerte, el balance sería perfecto. Claro, que en plan Eco lo hemos dejado en carretera y autopista en 7,8 litros de media, pero se sufre.
Santiago de Garnica
