No era un Ferrari o un Porsche lo que adultos y niños rodeaban en plena calle de Valladolid, sino el pequeño (2,32 metros de largo y 1,19 de ancho) eléctrico de Renault fabricado en la capital del Pisuerga, el Twizy. No hay duda que en cuanto a expectación se lleva la palma. Y no digamos si levantamos una de las semipuertas al estilo Lamborghini. En la plaza delantera (tiene dos en tandem) se va más protegido que en un scooter: tiene que llover mucho para que nos llegue alguna gota y el parabrisas y unas protecciones laterales cortan el viento. En la plaza trasera sí se nota más las inclemencias, pero en cualquier caso la protección es muy superior a un scooter.
Para llevar objetos hay dos pequeñas guanteras sobre el salpicadero, una de ellas con llave. Nos puede caber la documentación, una máquina fotográfica, llaves, móvil y no mucho más.
En el respaldo del asiento trasero hay un hueco, no muy grande pero profundo y que nos puede servir para guardar un ordenador portátil. El conductor lleva un cinturón de cuatro puntos y cuenta con un airbag en el volante. El acompañante lleva uno de tres puntos.
La palabra sencillez está presente a la hora de ponerlo en marcha. Un giro de llave, un chequeo, un punto más de la llave y silencio total, pero la palabra Go en el salpicadero indica que todo está preparado. A la izquierda del volante dos botones: D para ir hacia delante y R para ir hacia atrás (la N es para el punto muerto) y un freno de mano antirrobo que sólo se desbloquea con el contacto dado.
En la carretera, el Twizy se integra sin problema en la circulación gracias a sus 80 km/h de velocidad punta y a su aceleración. De noche las luces son suficientes, tanto la corta como la larga. Y el doble piloto trasero permite ser vistos con seguridad.
Ya en la ciudad, en los semáforos deja atrás a muchos coches. Pasa de 0 a 45 km/h en sólo seis segundos y cubre los primeros 50 metros en 6,5 segundos mientras que un scooter Piaggio MP3 de 125 cc emplea 7,5 segundos. Al aparcar, dada su longitud, en un aparcamiento en línea se puede colocar de forma perpendicular mientras exista un hueco de 1,40 metros. Y puede girar en un circulo de sólo 6,8 metros de diámetro.
El Twizy nos ha dado una autonomía real de 70 kilómetros con una conducción tranquila, pero sin perder el ritmo del tráfico, y de 50 a 60 kilómetros exprimiendo las posibilidades de su motor y arrancando a tope en cada semáforo. Aunque parezca lo contrario, son bastantes kilómetros para hacer en ciudad. Si hemos dejado la batería a cero, tarda tres horas y media en recargarla al cien por cien. Pero si la batería está a medias, basta hora y media de recarga.
En definitiva, el Twizy tiene muchas ventajas a la hora de moverse en ciudad.
Santiago de Garnica