Hyundai no sólo se ha situado en los últimos años entre los cinco principales fabricantes mundiales de automóviles, sino que también sus modelos han dado un vuelco notable en cuanto a diseño, tecnología, calidad y ambiciones. Ejemplo palpable de esta afirmación es el protagonista de nuestra prueba, el nuevo iX55. Con él, Hyundai ataca el segmento de los SUV (Sport Utility Vehicle) premium tipo Lexus RX, BMW X5 o Mercedes ML. Seguramente puede parecer demasiado ambicioso este objetivo e incluso se puede pensar que solamente es un competidor en cuanto a tamaño, pero en realidad el iX55 va más allá y sorprende positivamente en varios aspectos, entre los que destaca una calidad de acabados cercana a sus potenciales rivales alemanes y nipones, y un moderno y brillante motor diésel.
El iX55 es un SUV de dimensiones generosas, con 4,84 metros de largo, que permiten ofrecer a sus ocupantes un amplio interior con tres filas de asientos y siete plazas, si bien las de la tercera fila están limitadas a estaturas no superiores a 1,75 metros. Esta tercera fila se puede ocultar en el suelo y entonces dispondremos de un maletero de casi 600 litros. El habitáculo está fabricado con un estilo y un nivel de acabado que se aproxima al de Lexus, toda una referencia. Y a esto se suma un equipamiento de serie muy completo en el que los asientos de cuero eléctricos, la climatización independiente para las plazas traseras o la apertura de portón a distancia no faltan.
La segunda sorpresa viene de la mano del nuevo motor diésel desarrollado directamente por Hyundai. Es un seis cilindros en V, de 3 litros, con inyección directa y rampa común, 239 cv y 451 Nm de par, y asociado a un cambio automático de seis velocidades y a una tracción total. En condiciones normales, las ruedas delanteras reciben todo el par motor, pero si pierden adherencia, se transfiere parte de la fuerza a las traseras. Si afrontamos una zona de adherencia complicada, se puede conectar un modo denominado Lock, que bloquea el reparto un 50% a cada eje. La suspensión es independiente a las cuatro ruedas con un planteamiento propio de un vehículo que se moverá sobre todo en asfalto. La geometría del tren trasero mantiene de forma constante y automática la distancia al suelo, aunque el maletero vaya muy cargado.
Familiar viajero
Para viajar por autovías y buenas carreteras, el iX55 ofrece una comodidad extraordinaria y un motor muy bien planteado que empuja desde abajo, lo que facilita la conducción a pesar de los casi 2.300 kg que pesa el coche. El cambio automático pasa de una relación a otra con la rapidez propia de un coche de este tipo. Fuera del asfalto, sorprenden sus buenas cualidades, siempre sin olvidar que este tipo de vehículos son todocaminos y no todoterrenos.
Resulta cómodo por malos caminos y la buena voluntad del motor a bajas revoluciones le permite evolucionar por terrenos más complicados a punta de gas. Sin duda, y éste es el mayor hándicap del iX55, Hyundai no tiene la imagen de marca de sus rivales alemanes o japoneses (estos últimos tampoco la tenían hace unos años y ya ven) en un segmento donde influye este aspecto, pero su inferior precio (47.750 euros) y lo que a cambio ofrece -espacio, calidad de marcha, motor, equipamientos y nivel de acabados- son bazas que deben tenerse en cuenta.
Santiago de Garnica