Los hermanos Fernando, Javier y Gaspar Benito, propietarios de Bodegas Briego, llevan más de 3 décadas vinculados a la viticultura. Fue en 1992 cuando, tras 10 años trabajando en el sector agrícola, iniciaron su aventura en la elaboración de vinos alumbrando Bodegas Briego. Después de plantar viñedos en los municipios vallisoletanos de Peñafiel y Curiel de Duero, “indagamos en las posibilidades que tenía la uva del páramo de Fompedraza, por ser un tipo de suelo muy distinto”, explica Fernando Benito.
En esta localidad, de la que es originaria la familia y donde se asienta la bodega, cuentan con tierras muy singulares, como es La Hoyada, donde se ubica el viñedo más alto de todo el Valle del Duero, al situarse a 910 metros de altitud. “Es una tierra muy árida que da una uva intensa, con mucho volumen, tánica y muy sabrosa, con ciertas notas minerales muy marcadas por el tipo de suelo, al existir mucha piedra caliza. Una uva que, además de elaborar un vino con su propio nombre, nos sirve muy positivamente para elaborar coupage”, detalla el bodeguero.
Bodegas Briego inauguró a finales de septiembre sus nueva instalaciones tras 4 años de trabajos, coincidiendo con la celebración de su 25 aniversario, y que han supuesto una inversión de tres millones de euros. La nueva bodega tiene una capacidad de almacenamiento y procesado de hasta un millón de kilos de uva y permite “mejorar la estructura, competitividad y calidad de nuestros vinos y facilitar aún más el desarrollo del enoturismo. No buscábamos tanto el aumento de volumen como la mejora de todos los aspectos relacionados con la calidad”, detalla Fernando Benito. Sin embargo, una de las razones por las que se concibió este proyecto es la previsión de crecimiento de producción y ventas de la bodega, No en vano, desde 2015 el crecimiento anual se ha mantenido entre el 20% y el 25%; y la comercialización ha pasado de 350.000 botellas en 2015 a 650.000 en 2018.
Club de Socios
Uno de los aspectos que diferencia a Bodegas Briego es la existencia de un Club de Socios, integrado en la actualidad por cerca de 700 personas, que concentra una parte importante de la comercialización de la empresa, en este caso mediante la venta directa. Los miembros de este club tienen privilegios a la hora de conocer novedades y cuentan con un cupo de doce botellas que reciben cada mes de diciembre, tienen precios especiales y pueden visitar la bodega siempre que lo deseen.
La empresa exporta casi un 40% de su producción a muchos mercados, entre los que destacan México, Puerto Rico, República Dominicana, Canadá, EE UU, Finlandia, Suiza, Dinamarca, Polonia o Japón, entre otros. Entre sus planes estratégicos se encuentra ampliar el mercado chino en productos de alta gama, así como aumentar la producción de vinos de alto valor añadido y potenciar el enoturismo.
Truficultura
Otro aspecto diferenciador es la apuesta del enoturismo, que en el proyecto de Briego se traduce en una actividad tan singular como la truficultura, que prevé poner en marcha en breve. Frente a las instalaciones de la bodega en Fompedraza existe una plantación de encinas micorrizadas bajo las que ya crecen trufas negras. Las personas que visitan la bodega podrán ver las encinas, el proceso de búsqueda de trufa con perros adiestrados y su recolección para, posteriormente, probarlas con unos huevos fritos o canapés, maridados con vinos de Bodegas Briego.
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