Existe una Ribera del Duero semidesconocida y alejada del foco mediático, pero donde igualmente se desarrollan proyectos vitivinícolas de gran interés. Nos situamos en Peñaranda de Duero, en la provincia de Burgos pero a escasos kilómetros del límite con Soria, en la zona más alta y fría de Ribera del Duero, en concreto en la esquina nororiental de esta Denominación de Origen. Allí sentó sus bases y echó raíces hace ya una década Bosque de Matasnos, una bodega que toma su nombre del bosque que la circunda y la protege.
Se trata de un proyecto “con vocación de elaborar vinos de la más alta calidad, poniendo en valor la subzona alta del Duero, la gran desconocida de la Denominación de Origen y la de mayor potencial en términos cualitativos, que pretende aprovechar las bondades de su altitud, a 950 metros sobre el nivel del mar”. Quienes así hablan son los responsables de esta bodega, que defienden ese particular ubicación como un hecho diferencial clave en la filosofía de la empresa.
“Mantenemos una tipicidad y singularidad casi exclusivas, todos nuestros cultivos, los viñedos y los cerealistas, son ecológicos, y además repoblamos nuestra flora y fauna con un cuidado exquisito para así favorecer no sólo un viñedo limpio, sino sostenibe”, aseguran. Su ubicación le garantiza una amplitud térmica envidiable, con diferencias de 20 grados centígrados entre día y noche en la fase de maduración de la uva; y además contar con los 4 tipos de suelos que la Denominación de Origen clasifica como los mejores.
Viñedo en un bosque
El viñedo está literalmente encerrado por el bosque de Matasnos, llamado así por los oriundos de la zona por los cuadrúpedos que murieron al transportar la madera de este bosque mediterráneo con clima continental, poblado sobre todo por encinas y robles, cuando fue deforestado por sus antiguos propietarios hace más de medio siglo, que lo protege contra los gélidos vientos primaverales en el páramo en que se encuentra; y también del pernicioso influjo en cuanto a uso de herbicidas y pesticidas de los vecinos de su entorno. “Nuestro bosque nos protege y nuestras prácticas de agricultura ecológica de bajo impacto, sumadas a nuestra filosofía de sostenibilidad total, nos garantizan una sanidad y biodiversidad casi únicas en el mapa de la viticultura en España”, enfatizan en la bodega burgalesa.
Bosque de Matasnos cuenta con 12 hectáreas de uva tempranillo, ocho de merlot; y en menor medida malbeq, garnacha, viognier, verdejo y chardonnay. Con ellas elaboran sus 2 vinos de autor: BMA Etiqueta Blanca, que sale al mercado antes de los 3 años; y Edición Limitada, que se comercializa con 4 años o más, ambos con producciones inferiores a las 2.500 botellas por hectárea y siempre criados en barricas nuevas “de los mejores bosques franceses y americanos”.
Cuidado obsesivo
Todos los trabajos en Bosque de Matasnos, desde el campo a la bodega, se realizan a mano, lo que se traduce en más de 9.000 horas de tarea en el campo para 23 hectáreas, que “certifican un cuidado obsesivo, pero en la bodega no bajamos el ritmo. Todas nuestras uvas son escogidas 2 veces después de la gran selección en el campo, con dos mesas y la última tecnología de despalillado, que garantizan un resultado excepcional de selección, para luego criar los vinos únicamente con las mejores barricas del mundo en lo que representa uno de los parques de barricas más ambiciosos del panorama nacional”.
Exportaciones
A pesar de que la bodega quita de media 2 veces racimos en el viñedo, por vez primera su producción superó las 100.000 botellas en la campaña de 2016. “Esto nos viene fenomenal, pues la demanda nos está superando y tenemos un serio problema de suministro de vino. No queremos ajustar nuestros deseos de producción a nuestra demanda, sino a las variables a las que tan rígidamente nos somete el clima tan extremo donde nos ubicamos”.
Bosque de Matasnos exporta entre el 20% y el 50% según la añada, desde Nueva Zelanda y Australia, pasando por China y Corea, hasta un gran número de países europeos y americanos.
