Cuando Manuel Isidro Tejedor se asomó al Mirador de la Muela de Castronuño en una visita por la provincia de Valladolid en 1971, se quedo maravillado ante la hoz que forma el Duero en este paraje, considerado Reserva Natural (Riberas de Castronuño-Vega del Duero), y de la finca que se abría ante sus ojos al otro lado del río, con enormes posibilidades.
Compró un millar de hectáreas, un 40% de ellas de regadío, en las que con el paso de los años se han desarrollado distintas actividades, como la cría de ganado bovino, ovino y equino, hasta que finalmente el protagonismo lo asumieron los cultivos hortofrutícolas, como guisante, alubia, fresa y 150 hectáreas de alfalfa. Tras sucesivas compras de parcelas, la actual extensión de la finca alcanza las 1.700 hectáreas.
Variedades de uva
Este rincón del Duero da nombre a la propiedad: La Rinconada, donde los hijos del empresario que hace medio siglo comprara la finca decidieron en 2001 cumplir el viejo sueño de recuperar la tradición vitivinícola que hubo tiempo atrás en estos pagos. Plantaron 10 hectáreas de viñedos y se rehabilitó una antigua panera y almacén de grano, que hoy alberga las instalaciones de la bodega, de nombre Barcolobo.
Tras realizar pruebas para testar cómo respondían los terrenos y las cepas por su proximidad al Duero y comprobaron el éxito en ciernes de los vinos, plantaron 6 hectáreas más de syrah y 4 de cabernet sauvignon, para sumar un total de 20 hectáreas propias, a las que hay que añadir 20 hectáreas más que controlan fruto de acuerdos con viticultores de la zona.
“Teníamos claro que había que aportar algo nuevo al mercado, de ahí la selección de variedades con las que realizar un coupage en el que predominara la impronta de la tempranillo, pero más sutil. Las variedades foráneas se han aclimatado de forma excepcional a este terreno”. Quien así se expresa es Fernando Isidro, alma mater de la bodega y representante de la familia en este negocio. El enólogo Ramiro Carbajo, juega, según Isidro, “un papel muy relevante, al marcar la pauta al frente de las elaboraciones y saber entender la uva en el terreno que tenemos”.
Todo en La Rinconada es especial en una finca donde conviven con las cepas ciervos, gamos, corzos, jabalíes, zorros, águilas, garzas y muchos animales más. “Nos encontramos aislados, entre Rueda y Toro. El viñedo más cercano está a 10 kilómetros, lo que favorece que nuestras cepas no estén en contacto con bacterias y podamos minimizar el uso de fitosanitarios. Además, en el trabajo del campo se siguen conceptos de la biodinámica para labores como trasiegos y podas”, explica el enólogo.
Producción
La producción de la bodega es de unas 80.000 botellas al año. “No queremos ir a más por el momento, primero porque queremos consolidar los mercados en los que estamos presentes; y segundo porque queremos asentar nuestra tipología de vino”, matiza Isidro.
Barcolobo completará este año su gama de vinos con El Jaral, que será el vino de gama más alta de la bodega, del que apenas saldrán al mercado 2.000 botellas, cifra que pretenden que vaya creciendo, pero de manera controlada y en función de las añadas. Se trata de un vendimia seleccionada, que ha envejecido en las mejores barricas francesas nuevas de cada añada una media de 18 meses, “aunque no nos ajustamos al tiempo, sino a la necesidad del vino, por lo que la estancia en barrica puede variar”, puntualiza el empresario.
Otra de sus últimas referencias es un rosado fermentado en barrica, de nombre Barcolobo Lacrimae Rerum, que se elabora a partir de un sangrado del primer mosto de tempranillo para aumentar la concentración de sus tintos. Una apuesta personal del enólogo que se traduce en 5.000 botellas. También cuentan con un blanco fermentado y envejecido en barrica, elaborado desde 2009, del que la bodega comercializa otras 5.000 botellas.
Barcolobo 12 meses, con una crianza de entre 10 y 14 meses, suma 40.000 botellas; y Barcolobo La Rinconada, el vino más suave, joven y afrutado de la bodega, con un paso de varios meses por barrica, abre las añadas en el mercado.
Proyecto familiar y de calidad
Fernando Isidro señala que se encuentran “muy a gusto con la imagen que transmitimos de proyecto familiar y de calidad”. Su reto para 2017 es acceder a 3 importantes mercados, como son EE UU, México y China, país este último donde ya están presentes de forma testimonial. En la actualidad, la bodega exporta el 40% de su producción, principalmente a Suiza, Alemania, Holanda y Bélgica. Al respecto, Fernando Isidro agradece “las ayudas” de la Junta a la internacionalización y el desarrollo del sector, “que sirven como vía de escape ante la presión del mercado doméstico”.
El empresario enfatiza que el principal objetivo “cuando nosotros catamos nuestros vinos con los ojos cerrados es que sintamos la finca y el entorno, el romero, el tomillo, la jara”.
Además, Barcolobo desarrolla un proyecto de investigación con la Universidad de León, centrado en un estudio específico de los suelos de la finca, “para conocer mejor nuestro viñedo y poder aplicar tratamientos más naturales y ecológicos”, apunta Carbajo.
Castilla y León Económica