Alta calidad a un precio adecuado. Ésta es la filosofía con la que nació hace más de dos años Bodegas Carrasvilla, ubicada en Peñafiel (Valladolid) y adscrita a la Denominación de Origen Ribera del Duero, que recogió su primera cosecha en 2010. Arturo González Valbuena, gerente de esta filial del Grupo Hergonsa, explica que la idea de iniciar esta actividad surge de la experiencia adquirida desde los años 90 gracias a su trayectoria como socios de otra bodega y a la tradición familiar, que ha estado vinculada al ámbito vinícola a nivel particular desde hace tiempo.
Su apuesta por la calidad se traduce en la comercialización de sólo dos vinos. Por una parte, Terralux, “el alma mater de la bodega”, un crianza con doce meses en barricas de roble americano y francés elaborado de manera tradicional a partir de la uva tempranillo de cepas viejas procedentes de las comarcas burgalesas de Roa y La Horra. “No contamos con viñedos propios, ni entra en nuestros planes tenerlos. En esta zona existen muchos viticultores con gran experiencia y muy buen producto. Hemos optado por establecer acuerdos con ellos para que nos provean de la uva en cada vendimia”, detalla González Valbuena.
Inversión
Asimismo, comercializa Gonzalvilla, un joven roble con escasa producción. “Nuestra idea inicial era elaborar sólo Terralux, pero optamos por comercializar un millar de botellas de Gonzalvilla, que ha tenido muy buena acogida”, explica el gerente de Bodegas Carrasvilla, quien añade que la producción total en 2010 fue de cerca de 8.500 unidades, de las que la mayoría corresponde al crianza. La bodega, que supuso una inversión de 1,2 millones de euros, tiene una capacidad máxima de 50.000 botellas, aunque las previsiones de la compañía se centran en no superar las 20.000 en los próximos años, hasta asentarse en los mercados nacionales e internacionales.
Proyectos
Entre los proyectos a corto plazo de Bodegas Carrasvilla sobresale la explotación de una cocina industrial de 50 metros cuadrados totalmente equipada, un salón comedor de 100 metros cuadrados con capacidad para 80 personas y una amplia terraza ubicada en la cubierta del edificio. Estas instalaciones están preparadas para iniciar una actividad de restauración de manera inmediata. De hecho, sus responsables estudian un convenio con un grupo de profesionales para poner en marcha un restaurante bajo reserva. “En cualquier caso, permiten ya la organización de actos de cerca de un centenar de personas, como encuentros empresariales, presentaciones de productos y otros eventos, que pueden incluir catas y catering”, subraya González Valbuena, que es consciente de la dificultad que supone iniciar un nuevo negocio en la actual situación económica, aunque se muestra optimista, ya que considera que “el mundo del vino tiene futuro”. En este sentido, apunta que si bien hace algunos años este sector vivió su burbuja particular, “la cultura vinícola se mantiene, sobre todo entre los consumidores de cierta edad. Con vinos de calidad, hay futuro”.