Gracias Víctor

Llevo tiempo sin asomarme a esta ventana. Me ha faltado tiempo y me han faltado ánimos. Pero hoy me atrevo a lanzar unas líneas que sólo pretenden servir de recuerdo y reconocimiento a la figura de una gran persona con la que he tenido la suerte de vivir parte de mi recorrido laboral.

Víctor Valverde fue primero mi jefe y luego mi compañero en el equipo de la Consejería de Economía y Empleo. Su inteligencia, su preparación, su mesura, su capacidad de trabajo, su equilibrio, su accesibilidad y su seny, sí, su seny, son sólo algunas de las cualidades que siempre me admiraron de él. Sus valores me acercaron a su figura, cuya grandeza radica en el compendio de su humildad y su carácter. Los grandes nunca alardean, no lo necesitan.

Víctor se fue de la actividad pública sin ruido, pero con una increíble labor sorda. Los que le disfrutamos, sabemos de su esfuerzo y sufrimiento por impulsar medidas y políticas que dinamizaran y modernizaran la economía de Castilla y León. Volvió a su actividad docente en la Universidad e impulsaba proyectos para jóvenes emprendedores que desean iniciar una actividad empresarial y crear trabajo y riqueza en nuestra tierra.

Mi último contacto con Víctor fue un escueto mensaje en abril de este año en el que enviaba ánimos para seguir impulsando y apoyando una solución industrial para la crisis de Nissan Ávila. A su generoso gesto le contesté con un corto y egoísta agradecimiento, nada más, así de miserable, así de ingrato.

Desde ayer, este mundo es un mundo un poco menos humano, se nos ha apagado una luz muy blanca entre tantas tinieblas, pero queda tu trabajo y tu ejemplo, y esa luz nunca se apagará. Prometo hablar contigo más a menudo, amigo.

Descansa en Paz, gracias Víctor.