En esta ocasión, los astros no se han alineado para coincidir con el desembarco del vehículo eléctrico en nuestro día a día. El producto industrial ya existe, se lanza al mercado y lo hace en una coyuntura extremadamente adversa para la comercialización de estos modelos. La mal llamada crisis (ya recesión) afecta a la economía doméstica: dificultades de financiación, inversión en infraestructuras necesarias y falta de confianza pueden provocar a corto plazo cierto recelo en el potencial consumo de este tipo de vehículos. Sin embargo, los coches eléctricos ya se están fabricando y su introducción en el mercado se antoja imparable. La única cuestión que a día de hoy genera dudas al respecto del mismo es el grado de velocidad en su implantación en nuestras vidas.
Todas las instituciones y empresas han convenido en la necesidad de apostar por este nuevo tipo de transporte: la hiperdependencia de recursos fósiles, el grado de emisiones de la automoción tradicional y la necesidad de buscar nuevos nichos de industria emergente y sostenible son factores que aceleran y aseguran la irreversible llegada del vehículo eléctrico a nuestras vidas. Todas las instituciones están implicadas, casi todos los fabricantes ya desarrollan este tipo de vehículos y ahora falta lo más importante, la motivación de la demanda.
Generar demanda
Crear un mercado no es fácil, hay que identificar necesidades a satisfacer, y como dice la teoría más tradicional del márquetin, si no existe esa necesidad, se crea para satisfacerla. Sin embargo, crear necesidades de consumo en época recesiva de la economía es harto complicado. Para ello, es necesario informar y motivar, en este caso al potencial mercado. El diseño y desarrollo de estrategias entre autoridades (nacionales, regionales y locales) y el sector privado se antoja fundamental en la mencionada motivación del mercado. Para ello, la labor divulgativa es crítica, más aún si lo que se está intentando explicar afecta a algo tan fundamental en nuestras vidas como el transporte.
Existen cuestiones que dotan de incertidumbre al proceso de decisión de los consumidores: el precio del producto, el régimen de alquiler de baterías, la red de recarga, el gestor de la misma, el precio de la energía,… Todas estas cuestiones, más otras muchas que aparecen a diario, deben ser explicadas por la propia industria cuya implicación debe ser incuestionable, por las autoridades públicas sensibilizadas con el cambio en el modelo de transporte urbano y por todos los agentes intermedios que aparecen en este sistema (energéticas, empresas de infraestructuras, etc).
Sabíamos que llegaría este momento, el momento en el que la industria lanza un producto y espera una respuesta positiva del mercado; sin embargo, lo que no se puede prever es que el producto se introduzca en una de las fases de mayor atonía y zozobra del mercado de los últimos tiempos. En cualquier caso, salvado este tiempo, este nuevo sector irá creciendo exponencialmente cuando se abran fuentes de financiación al ámbito doméstico y corporativo, cuando exista un mayor grado de inversión en infraestructuras y cuando el mercado recupere, al menos, parte de la confianza perdida.
Estrategias de apoyo
Hasta el momento se ha enfatizado mucho el ámbito del desarrollo tecnológico para la llegada de este tipo de movilidad al ciudadano, lo mismo que la inversión necesaria en infraestructuras; sin embargo, es necesario dar un impulso a la difusión y conocimiento de las ventajas de la movilidad eléctrica para crear mercado. En este entorno, las subvenciones a la adquisición de vehículos que el Ministerio de Industria debe alargar durante 2012 ayudarán a planteamientos de consumo que hoy pueden costar más, lo mismo que los apoyos a la inversión en infraestructura de recarga.
Castilla y León tendrá la oportunidad de albergar la fabricación de un vehículo eléctrico. La estrategia ya iniciada para permitir un entorno adecuado para este tipo de movilidad se va cumpliendo según lo previsto en la parte industrial y en las inversiones en infraestructuras. El mercado es una incógnita mayor por no depender de medidas públicas, más bien y en mayor medida, de la confianza de consumidores.
La visión que doy sobre el vehículo eléctrico atiende a una visión generalizada sobre los retos que afronta el mismo en el corto plazo y que en distintos foros de análisis (regionales, nacionales y comunitarios) viene a concluir de la misma forma: la llegada del vehículo eléctrico al mercado es un hecho que afortunadamente no tiene freno, y su velocidad en la implantación dependerá del grado de confianza que se pueda ir generando en el potencial consumo.
“…su velocidad en la implantación dependerá del grado de confianza que se pueda ir generando en el potencial consumo.”
No parece que hablar reiteradamente de “recesión” ayude a generar confianza, en especial si técnicamente no es así, al menos no aun y si se hace por un responsable político.
Por otro lado, las ventajas y el éxito del producto van a depender, además de por la calidad y el precio, por la capacidad de auto recarga, capacidad que no se está defendiendo desde la Junta de Castilla y León.
Muy buena tu reflexión sobre la movilidad eléctrica. Hasta ahora, se ha presentado como un salvavidas para la industria del automóvil, pero hace falta que el consumidor compre ese tipo de vehículos. A mi entender, es una apuesta de riesgo y no estoy seguro que salga bien.
Saludos.
Hola Carlos:
Crear mercado no es fácil excepto si eres Apple. Además, se ha lanzado el coche eléctrico sin tener resueltos muchos problemas, como su escasa autonomía, elevado precio y casi nula red de puntos de recarga.
Saludos.
Estimado SR.
¿Alquien cree que Renault Valladolid tiene garantizado su futuro con la producción de 20.000 unidades del Twizy al año?
Saludos.