Visito una enorme fábrica de un líder agroalimentario de Castilla y León y me quedo sorprendido por su elevada automatización y robotización, similares a las cadenas de montaje de la industria automovilística. Felicito al empresario por el alto nivel tecnológico de su factoría y le argumento que con esa apuesta habrá disparado su eficiencia y productividad. Sin embargo, su respuesta me sorprende: “he acelerado la transformación digital de mi compañía con el principal objetivo de sustituir cuanto antes el mayor número de puestos de trabajo, porque no encuentro operarios. Nuestro mayor problema para mantener el crecimiento de la compañía no es la competencia, ni los mercados exteriores, ni los costes; nuestro mayor reto es encontrar personas que quieran trabajar”. Eso dicho por una empresa con una marca líder en nuestro país y reconocida en todo el territorio nacional, así que imagínense el panorama en el resto de los negocios.
En esa misma semana converso con un empresario de una firma auxiliar de la construcción y me confiesa que para poder finalizar los contratos ha tenido que ponerse al tajo y ayudar a sus operarios porque no encuentra gente para incrementar la plantilla; y el chef propietario de un prestigioso restaurante de Valladolid me explica apenado que le es imposible ampliar el comedor para atender su creciente demanda de reservas ante la incapacidad de contratar más camareros y cocineros.
Puestos sin cubrir
Estos comentarios sobre las dificultades para encontrar personal vienen avalados por las cifras pues en Castilla y León casi se ha duplicado en 5 años el número de trabajos sin cubrir, en una tendencia semejante en España. En nuestra región, los perfiles con mayores problemas para satisfacer la oferta laboral son conductores de vehículos para el transporte urbano o por carretera, mecánicos de precisión, trabajadores de acabado de construcciones e instalaciones y directores de producción.
En total, las empresas de nuestra comunidad autónoma tenían más de 10.000 vacantes sin cubrir a mediados de 2024, frente a las casi 150.000 de España. O dicho de otra manera, se registran cinco vacantes por cada 100 empleados, con el agravante de que el mercado laboral español es el único de nuestro entorno donde coincide la dificultad para encontrar profesionales con unas elevadas tasas de paro.
Valores
El desajuste entre la oferta educativa, sobre todo de las universidades, y la demanda laboral de la economía productiva, el envejecimiento de la población, la fuga de talento hacia economías más dinámicas y competitivas y los escasos salarios y exigentes condiciones laborales de algunos sectores pueden explicar, en parte, este fenómeno, pero el problema va más allá y también se trata de valores y formas de entender la vida. En la actual sociedad, se prioriza más el tiempo libre sobre la carrera profesional y pocos se implican en proyectos a largo plazo, por lo que se registra una elevada rotación laboral en una España donde conceptos como sacrificio, responsabilidad y meritocracia no están, precisamente, de moda.
Ante este panorama, las empresas se están volcando en implantar herramientas digitales y tecnológicas, Inteligencia Artificial y robótica para ser más eficientes, flexibles y productivas, a la vez que intentan evitar las dificultades para encontrar trabajadores. Si en los últimos 5 años casi se ha duplicado el número de vacantes laborales en Castilla y León, puede que dentro de un lustro ese problema desaparezca porque los nuevos operarios ya no se llamarán Luis o María, sino R2D2 y C3PO.
Resulta una evidencia que la gestión de recursos humanos resulta cada vez más compleja, por la diversidad de factores que convergen. De un lado el tejido empresarial se enfrenta a las dificultades de cubrir las necesidades de personal a la vez que se convive con elevadas tasas de paro. Además, todo ello debe conjugarse con la tendencia imparable de la digitalización y el cambio cultural que trae nuevos hábitos de consumo y de aspiraciones profesionales.
Todo ello conduce a un panorama complejo en el que las alternativas para avanzar no son fáciles. En este contexto es importante destacar que las universidades, lejos de ahondar en el desajuste entre oferta y demanda laboral, constituyen parte de la solución. En un contexto incierto y cambiante, con pocas certezas, una de ellas es que los profesionales del futuro serán los que sean capaces de aprender y de adaptarse al cambio, y eso solo se puede conseguir desde la formación. Las universidades trabajan en aras de dotar a las nuevas generaciones de profesionales de capacidades para enfrentarse a los retos de mundo dinámico en el que lo más importante será la gestión de la incertidumbre sin perder la perspectiva del elemento humano.