El Hotel de Londres y de Inglaterra es uno icono de la ciudad de San Sebastián. Un edificio con más de 150 años de historia, que se sitúa en el paseo de la Concha, muy próximo al Ayuntamiento y al casco viejo de la ciudad, y con un barrio señorial a sus espaldas, lleno de vida comercial y ambiente. Un inmueble que atesora un pasado relacionado con el juego, que caracterizaba a la capital guipuzcoana, una ciudad salpicada de casinos en el pasado, como en su día lo fue el propio Hotel de Londres e incluso la Casa Consistorial. En la actualidad, el establecimiento hotelero conserva su abolengo de tiempos pretéritos, pero lo que le da un plus, frente a otros hoteles de renombre de la ciudad, como el María Cristina, es su ubicación privilegiada frente a una de la bahías más coquetas de la costa cantábrica.
Sus habitaciones confortables, abalconadas sobre la playa con vistas a la Isla de Santa Clara, permiten deleitarse con los hermosos atardeceres y soñar mientras el Cantábrico ruge.
Producto local
Con categoría de 4 estrellas, el hotel tiene un restaurante con producto local de temporada y elaboración tradicional de la mano del chef Mikel Ibero, donde también se sirven los desayunos, y una cafetería con una buena panorámica marina, donde descansar en días lluviosos o tomar un refrescante cóctel en verano.
Otra alternativa para esos días de borrasca, que muestran la fuerza de un mar bravío e impiden pasear la ciudad, es el Balneario de la Perla Talasoterapia, a pocos pasos del hotel, con gimnasio y carta de tratamientos de salud y belleza. Otra opción es acudir a algún estreno cinematográfico, ya que como buena ciudad cinéfila, cuenta con varias salas de cine en la propia urbe. Y por supuesto, disfrutar de uno de sus mayores atractivos, como es el arte gastronómico que atesora esta urbe emblema del bon vivant. Desde un paseo culinario por su casco histórico, para relamerse con los deliciosos pinchos de bares, como Txepetxa, Ganbara o Casa Urola, entre otros, hasta una comida en los extraordinarios restaurantes que ofrece, algunos de ellos laureados con varias condecoraciones de la Guía Roja y símbolo de la alta gastronomía mundial, como es el caso de Arzak.
Cocina de altura
Con un servicio cálido para una cocina de altura y sin ánimo de hacerle de menos, sino más bien al contrario, el Restaurante Arzak recuerda a una acogedora casa de comidas aupada al triunvirato celestial de los restaurantes triestrellados de la capital guipuzcoana, junto a sus 2 compañeros Lasarte y Akelarre. No en vano, el restaurante, liderado por Juan Mari Arzak y su hija Elena, ocupa una casona construida en 1897 por los padres del prestigioso cocinero, que primero fue bodega y taberna. Como continuación a la tradición familiar, Elena Arzak, desde hace años en primera línea, fue elegida entre los 100 mejores cocineros del mundo que figuran en los premios The Best Chef 2023.
Y es que sin perder de vista las raíces, este restaurante de cocina tradicional vasca ha sabido aportar la frescura de un espíritu innovador que ya le valió su primera estrella Michelin en 1974, primer premio hasta alcanzar las tres que ostenta desde hace tiempo.
Para hacerse una idea adecuada de la cocina de Arzak, es recomendable probar su menú degustación, donde se sirve una muestra completa que permite elegir entre varios platos, sin resultar exagerado, incluso para la cena. Los entrantes, pequeños divertimentos ligeros, acercan el Cantábrico a la mesa en la Antxoa del Bosque de Oma o el Mejillón con zanahoria acidulada; para pasar a 2 de sus más logradas creaciones, como son Guisantes y patatas, con la textura melosa potenciada por la patata y la explosión de sabor de los diminutos tubérculos lágrima, y Ostras y vacuno, de envolvente estructura y intensa embocadura, no distorsionada por la emulsión de vacuno. En el Huevo marmolado, se juega con la untuosidad y la diversidad cromática, antes de saborear el Salmonete, salmorreta y boniato, de minimalista presentación y matices mediterráneos. El Pato (un clásico de Arzak, que mi memoria gustativa recuerda de mi primera incursión en la casa) con delicias de naranja se presenta esta vez asado con cacao y un toque cítrico. El Sorbete de Lemon grass se antepone al momento dulce en forma de Ruinas de chocolate, pectina de algarroba y crujiente de miel. Una experiencia atractiva, que resulta entrañable por un trato cercano y profesional de todo su personal de sala, alejado de la frialdad que a veces se confunde con el rigor y el servicio excelso.
Producto con mínima intervención
Otra opción magnífica para una comida memorable con exquisito producto de mercado y buena técnica que cuida la materia prima es Narru. Situado junto a la Catedral del Buen Pastor, en los bajos del Hotel Arbaso, este restaurante se desprende de los artificios para hipnotizar con una cocina honesta, donde se mima la esencia del arte culinario vasco, con un trinomio ganador: el respeto a los proveedores que aportan cada día lo mejor de la tierra y del mar, las raíces de una gastronomía ancestral y maestría innovadora para ensalzar el producto. Narru ofrece carta y menú degustación, además de permitir medias raciones para hacer más variada la experiencia y poder probar algunas de sus muchas delicias, como la Alcachofa y borraja, Steak tartar de solomillo Guikar Premium y Kokotxas de merluza (brasa-pilpil-rebozada-confitada) o cualquier de sus pescados del día a la parrilla, sobre la que tienen un gran dominio.