Ubicado estratégicamente frente a la Estación de Tren de Sants, el rascacielos de 23 pisos fue reformado totalmente hace 3 años para acoger el Hotel Nobu de Barcelona, una fórmula de éxito que firma el empresario japonés Nobu Matsushisa y socios como el actor Robert de Niro, basada en sofisticados establecimientos urbanos de estética nipona y con la gastronomía del País del Sol Naciente como principal aliciente.
Sin embargo, en esta ocasión prima más el postureo que la calidad que se espera del famoso restaurante. Situado en la planta vigésimotercera del inmueble, las vistas sobre Barcelona son reclamo para gente guapa, mientras decepciona una cocina de precios excesivos para el producto que ofrece, a lo que hay que sumar que algunas elaboraciones llegan frías a la mesa; en otras, como el Ceviche de marisco, éste brilla por su ausencia; y en ocasiones, las cantidades son ínfimas como en el Tartar de Toro y caviar. Además, la calidad de los cortes de sashimi se alejan de otros japoneses emblemáticos de la ciudad condal, como el Koy Shunka, que ostenta una estrella Michelin desde hace años; o la apuesta del Grupo Bambú con el Sushi 99 como marca comercial, que ha sorteado bien la pandemia y mantiene un gran nivel.
El espacio del Restaurante Nobu se utiliza durante el día para servir los desayunos, dignos pero sin grandes despliegues. Fruta, embutido local e ibérico y cocina caliente componen el menú, en el que se echa en falta zumos naturales.
Técnica japonesa del Kintsugi
En un área de este mismo lugar, a partir de las 19,00 horas, se sirven excelentes cócteles, y es frecuentado por foráneos y parroquianos para saborear los licores desde el cielo. Con una estética que hace honor a El elogio de las sombras, al tiempo que recrea en los techos la técnica japonesa del Kintsugi de reparar cerámica, y hace también un guiño a través de los mosaicos de la barra al genial arquitecto Gaudí, la planta 23 del Nobu es lo más destacado del hotel.
Con categoría de 5 estrellas, sus habitaciones, sobre todo las de las plantas superiores, tienen unas excelentes vistas sobre el skyline de la capital catalana. Su decoración minimalista de luces tenues te traslada a la calidez austera del país asiático.
El gimnasio con máquinas de Technogym de última generación es digno de mención, igualmente que el área de wellness con un pequeño spa, pero sobre todo con una buena oferta de tratamientos con productos de Natura Bisse.
Oferta gastronómica
Aunque la oferta gastronómica de Barcelona ha perdido fuelle con el cierre de algunos establecimientos de renombre como los que tenían los hermanos Adrià, la Ciudad Condal sigue ofreciendo una nutrida representación de buena cocina, alguna exótica como es el caso de la japonesa con el ya comentado Nobu o el Sushi 99 que, con la misma carta que en Madrid, acerca la calidad de este tipo de espacios al emblemático Koy Shunka, con algunas elaboraciones similares, como el Niguiri de gamba roja, con su cabeza soasada, lujuria culinaria en 2 bocados; mientras que otras llevan claramente su impronta como en la Tempura de langostino tigre. La sinfonía de makis y de niguris, sobre todo los calientes, deleitan el paladar y sorprenden por la combinación de productos, como el Maki de Soft Shell Crab o el Niguiri de hamburguesa de wagyu y patata chips o el de Huevo de codorniz con trufa, que recuerda a la creación de Ricardo Sanz.
Y para volver a las raíces de la cocina mediterránea, con claras influencias catalanas, una opción muy apetecible por su técnica y por el tratamiento honesto que hace del producto es Capet, una taberna moderna liderada por Armando Álvarez. Desde el Barrio Gótico de Barcelona, el chef de origen venezolano conquista, con su cocina vista, el paladar de los comensales con platos sinceros elaborados con mimo, como la Liebre en salsa de chocolate con carpaccio de su lomo y setas de temporada, la Pechuga de paloma torcaz con arroz meloso de trompeta de la muerte, la Raya a la mantequilla negra, alcaparras, emulsión de ajo asado y ajo negro y el Sargo a la plancha con salsa de sus espinas, radicchio, nabo daikon y hoja de capuchina. Es preciso dejar hueco para los postres, donde Álvarez también domina el mundo dulce con propuestas deliciosas como Lemon pie Capet, Pistacho al cuadrado o el Milhojas de café con su helado.
Local ‘trendy’
Otra opción de casa de comidas puesta al día en un local trendy es Fismuler con la cocina de temporada como protagonista e ingredientes kilómetro 0. Un espacio informal donde se alternan mesas altas corridas con otras bajas -algunas frente al fregadero- y frecuentado tanto por turistas como por locales, en donde se pueden saborear platos ya convertidos en clásicos como la Tortilla de ortiguillas, el Escalope milanesa o la Tarta de queso y otros de culto como las Lentejas con cigalitas, presentadas como un arroz seco, o las Navajas gratinadas escondidas en un mar de piedras. Raciones abundantes y un servicio joven y ágil.
Arte moderno y callejero
Para los que quieran acompañar el fin de semana gastronómico con algún entretenimiento cultural, y ya hayan visitado con anterioridad otras pinacotecas de renombre que ofrece la Ciudad Condal, es muy recomendable acercarse a una de sus últimas novedades museísticas como es el Moco. Situado al lado del Museo Picasso, en el Palacio Cervelló, se caracteriza por acoger arte moderno y en algunos casos callejero, con una buena muestra de obras de Jean-Michel Basquiat, Banksy, JR, Kaws, Keith Haring, Jeff Koons, Andy Warhol, Yayoi Kumasa, Guillermo Lorca, entre otros. Un paseo divertido e inspirador entre creaciones contemporáneas.