Todos hemos oído hablar de los vinos de pago, pero, ¿sabemos exactamente qué son? Antes de llegar a eso, conviene aclarar el concepto de pago, que denomina a un viñedo cuyas características lo diferencian de los circundantes de la zona en que se enclava, ya sea por una estructura de suelo peculiar, una orientación concreta o poseer un clon de cepas diferentes. La cuestión es que como resultado de esas particularidades, de esas viñas se obtiene un fruto de excepcional calidad. El vino de pago es elaborado con uvas propias, procedentes de un único viñedo
Y ahí, en la tierra, es donde radica la esencia de Grandes Pagos de España, una entidad que defiende, por encima de todo, sus viñedos, “singulares y sostenibles”, la personalidad de sus vinos, máxima expresión del terroir del que proceden y el savoir faire de los productores, los artífices de estos caldos singulares. Curiosamente, en un país como España, de tradición vinícola ancestral, hasta hace apenas 2 décadas no existía la denominación oficial y reglada de Vino de Pago, lo que impulsó a un puñado de viticultores de Castilla y León y Castilla-La Mancha a poner en marcha la asociación Grandes Pagos de Castilla para defender y promover este tipo de elaboración, que comenzó con 5 miembros en 2004 se transformó en Grandes Pagos de España y a la que hoy pertenecen una treintena de bodegas (7 de ellas de Castilla y León) de 11 comunidades autónomas, con una producción global que supera los 4 millones de botellas y una cifra de negocio conjunta de 76 millones.
Presencia en más de 45 países
Hablar de vinos de pago no implica necesariamente que se trate de productos no aptos para todos los bolsillos, ya que las referencias de estas 30 bodegas comprenden una amplia horquilla que abarca desde los 8 hasta los 250 euros por botella, si bien la mayor parte se mueve en la franja entre los 20 y 30 euros. Además, más de la mitad de las bodegas adscritas a esta asociación exportan más del 50% de sus elaboraciones, con presencia en más de 45 países, con EE UU, Alemania y Suiza como destinos estrella. 22 de las 30 bodegas destinan importantes inversiones al capítulo de I+D+i y 23 hacen lo propio en el campo de la sostenibilidad.
La superficie total de viñedo de los miembros de Grandes Pagos de España se sitúa en 2.166 hectáreas y elaboran nada menos que con 42 variedades de uva distintas, 20 tintas y 22 blancas, con tempranillo, syrah, cabernet sauvignon y chardonnay como principales protagonistas. Un total de 19 bodegas practican viticultura ecológica y 5 trabajan con principios biodinámicos.
Calidad de los vinos
La calidad de los vinos, el respeto por el entorno y la sostenibilidad ambiental en toda la cadena de elaboración, desde la cepa hasta la bodega son aspectos clave para pertenecer a esta agrupación, que ha desarrollado un plan de enoturismo con la creación de un producto con entidad propia, que a las catas premium (temáticas, de grandes añadas o incluso de diferentes bodegas) suma el recorrido por los pagos, para conocer sus características y empaparse de esa filosofía de la expresión del terroir.
¿Puede cualquier bodega que elabore un vino a partir de un único viñedo adherirse a este selecto club? La respuesta es no. La asociación recoge en sus estatutos varios requisitos para entrar a formar parte de Grandes Pagos de España, entre los que se incluye que el vino proceda de un pago excepcional, que la bodega haya alcanzado una notoriedad demostrable y al menos 5 años de prestigio en el mercado, así como altas puntuaciones en guías nacionales e internacionales. Además, la bodega debe pasar una inspección previa meticulosa por parte del comité de auditoría técnica y sus vinos deben superar una cata vertical por parte de la junta general de la asociación.
Bodegas asociadas
Las 7 bodegas castellanas y leonesas que forman parte de Grandes Pagos de España son Numanthia (Toro, Zamora), San Román (Toro, Zamora), Belondrade (Rueda, Valladolid), Mauro (Vinos de la Tierra de Castilla y León, Valladolid), Aalto (Ribera del Duero, Valladolid), Abadía Retuerta (Valladolid) y Alonso del Yerro (Ribera del Duero, Burgos).
Más información en el número de julio de la revista Castilla y León Económica