Creo que si, allá por la primera semana de diciembre, se hubiera realizado una encuesta de una única pregunta, “¿Cómo crees que estaremos a mediados de enero, si no se toman medidas extraordinarias en Navidades sobre la pandemia?”, la respuesta abrumadora hubiera dibujado, más o menos, un escenario como el que nos encontramos ahora.
O lo que es lo mismo, a todos nos impacta la cantidad de contagios que estamos sufriendo, el número de fallecidos y cómo la incidencia acumulada aumenta día a día; sin embargo, a casi nadie nos sorprende que esto sea así. Más o menos lo sabíamos, o al menos intuíamos, hace un mes y medio.
Liderar
Liderar es un poliedro irregular, con múltiples caras y aristas que tiene un elemento central, necesario e imprescindible, se lidera para el beneficio de quienes lideramos. Aún a perjuicio propio. Y donde un gran líder marca diferencias es en que es capaz de tomar decisiones en situaciones complejas, por muy difíciles o impopulares que parezcan, en aras del bien colectivo.
En un entorno de ambigüedad y máxima incertidumbre, como el que sufrimos al comienzo de esta pesadilla, impredecible, con numerosos cambios, múltiples sorpresas y tantas y desconocidas variables, se puede aceptar, hasta cierto punto -pues te has de apoyar en expertos en la materia-, un ensayo y error en la toma de decisiones.
En diciembre de 2020, no. Con 2 olas ya surfeadas, tendencias evidentes y consecuencias cantadas, decidir en contra de lo que dicta la razón es un error estratégico y de liderazgo. Un riesgo innecesario y de devastadoras consecuencias. A no ser que el criterio para esa toma de decisiones no sea el que realmente nos cuentan, la salud, sino otro que desconocemos.
Así, a día de hoy, estamos de mal como sabíamos que estaríamos.
Y es que, en esta vida, quien no triunfa, sabe lo que tiene que hacer. Quien triunfa, lo hace.
Siempre das en el clavo Félix!!
No te creas Miguel, a veces me doy en el dedo, jeje.
Gracias por tus palabras, me dan aliento para seguir compartiendo mis reflexiones.