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España S.A. necesita un consejero delegado

Por: Eduardo Estévez
Consejero delegado de una empresa.
Llegados a estas alturas, se me antoja difícil cambiar el sistema que algunos han creado y otros muchos han consentido.

Para los que toman los títulos en sentido estricto, ya sé que España no es una empresa. Simplemente utilizo el recurso de la metáfora para llamar su atención y me den una oportunidad de explicar esta propuesta.

Que a los políticos les cuesta gestionar la economía parece una evidencia, hoy más que nunca en los tiempos que corren. ¿Por qué? Algunos afirman que es porque carecen de conocimientos para ello; y otros pueden interpretar que la gestión económica está reñida con los votos; quizás ambas razones. El caso es que muchos ciudadanos y empresas nos sentimos huérfanos de alguien que comande el país a nivel de gestión estratégica.

Llegados a estas alturas, se me antoja difícil cambiar el sistema que algunos han creado y otros muchos han consentido. Es por ello por lo que pienso que no se puede cambiar la idiosincrasia política del país, no hay que luchar contra molinos de viento. Son muchas personas las que viven del sistema actual y, por mucha pandemia, aún no ha habido ningún síntoma de investigar una vacuna contra el virus del sistema administrativo establecido.

Nueva figura

Por ello, creo que habría que centrarse en crear una figura nueva, en paralelo a la clase política, que -eso sí- tuviese la misión de gestionar de manera óptima los grandes recursos de nuestro país. Alguien profesional de la gestión, cuyo tiempo se focalizara en sacarnos de la penosa situación económica en la  que nos encontramos. Para que nos entendamos, lo que podríamos considerar como un consejero delegado de una empresa. Alguien que, apoyado en un equipo de líderes, pusiese orden al gran carajal actual. Alguien que manejase el liderazgo desde la anticipación, la seducción, el largo plazo y el compromiso con el bien común aristotélico. Que manejase conceptos básicos como el plan estratégico, líneas prioritarias de acción, Kpi’s, y demás. Alguien que se responsabilizara de su trabajo y que tuviese consecuencias en función de su rendimiento. Para bien, en caso de que consiga los resultados deseados, a través de su remuneración y reconocimiento. Y para mal, dando cuentas y con penalización en caso de un mal resultado.
 
Justo lo contrario de lo que sucede ahora. La acción del Gobierno no tiene ninguna responsabilidad. Da igual que el déficit público del país supere en más de un 110% su PIB, o que año tras año aumenten los ratios del desempleo (variable Covid descontada), o que la proporción de empleo público-empleo privado cada vez esté más descompensada, o que la caja de la Seguridad Social tienda a 0 o que los jóvenes tengan cada año más dificultades en encontrar su oportunidad laboral, o que la tasa de emprendimiento sea más baja que en la media de la UE, o que cada español accionista deba indebidamente a la empresa España SA 28.000 euros, o que la previsión del gasto público sea el 51% del PIB. Da igual en términos de responsabilidad. Si alguien se hace cargo de algo y lo deja peor de lo que lo encontró, ¿da igual? En política parece que sí, en la empresa no sucede tal. En términos de responsabilidad me refiero. A seguir con algún puesto en la rueda que ofrece el sistema y a dar conferencias. Y ruego se entienda esta exposición con independencia del Gobierno de turno. Siempre ha sucedido así.

Intereses de los ciudadanos y empresas

Por ello esta propuesta. Que la acción política siga su camino, con sus intereses internos (me río a veces o me molesta otras cuando algunos cacarean lo del bien común cuando se trabaja para su bien partidista). Y contratemos a un CEO que defienda los intereses que verdaderamente interesan a los ciudadanos y empresas. Seguramente tomaría decisiones duras al principio, pero tendría la ventaja de que no pensaría en los votos. Cuatro años de plazo y vemos lo que es capaz de hacer. A poco que tenga experiencia, formación, capacitación, dedicación y responsabilidad, podrían mejorar las cosas. Y si no, le echamos. A unos se les vota, a otros se les debería elegir.

2 comentarios

  1. Eduardo, bonito y bienintencionado artículo, pero muy irreal desde mi punto de vista. Ningún político pondrá a un CEO que no le haga ganar las próximas elecciones tomando medidas efectivas pero impopulares. El problema no es solo de los políticos, sino de los votantes, que muy frecuentemente valoran más los fuegos artificiales que las decisiones útiles (y ahora con populismos en los dos extremos, más todavía). Hasta que no tengamos una sociedad culta, bien formada y con criterio, que huela cuando se les está tomando el pelo, nada que hacer.

    1. No puedo estar de acuerdo en la reflexión. Necesitamos formar e informar a la sociedad para que sea responsable y que sepa cuando les engañan. Gracias por el comentario

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