Vanesa Abarca, directora del Grado en ADE de la Universidad Isabel I, ha analizado este jueves la situación de las mujeres en el mundo rural en el día en el que la ONU celebra una jornada de reflexión sobre su actividad económica. En España el 24% de la población vive en el 80% del territorio, es decir, en el entorno rural. En el mercado laboral español, los datos reflejan que el 54% de los puestos de trabajo que se han perdido en estos meses como consecuencia de la pandemia estaban en manos de mujeres. La COVID-19 ha traído menos empleo para las mujeres y un incremento en las tareas del hogar. Las previsiones indican que esta situación laboral, negativa para las mujeres, no mejorará en los próximos meses.
Hoy en día, menos del 9% de las explotaciones agrarias están dirigidas por mujeres, según datos del Ministerio de Economía. El 82% de las mujeres rurales ayuda en las explotaciones agrarias, pero el 59% de ellas no paga ninguna cotización social por su actividad económica. Sin embargo, en 2011 se creó la Ley de Titularidad Compartida, “con la que se facilita que las mujeres compartan la gestión, rentabilidad y derechos de las explotaciones agrarias, y esto es un paso hacia el aumento de mujeres empresarias en las zonas rurales”, señala Abarca.
Roles de género y estereotipos
Según el informe del Ministerio de Agricultura sobre las mujeres en el medio rural español, la población se ha masculinizado, “con un gran número de solteros en los pueblos, una escasa natalidad que dificulta el relevo generacional y un envejecimiento de la población, el 60% de los agricultores tiene más de 55 años y sólo un 6% es menor de 35”, declara Vanesa Abarca. Esto significa que los roles de género y los estereotipos se escenifican en un sistema patriarcal entre la población rural y “se acepta que las mujeres ejerzan un rol productivo, siempre y cuando no abandonen el rol doméstico y familiar”.
Oportunidades empresariales
Sin embargo, la directora del Grado en ADE matiza que “las mujeres tienen cada vez más oportunidades en el entorno rural por la diversificación de sus posibilidades de negocio: desde el turismo rural a la transformación artesanal, la calidad alimentaria, la agricultura ecológica, la recuperación de oficios tradicionales o la agricultura de conservación” y estas actividades amplían su radio de acción para mejorar su situación económica.
Vanesa Abarca añade que “la mujer rural reivindica cada vez más sus derechos con la petición de mayores servicios en el entorno rural tanto educativos como sanitarios. La formación online ha permitido cubrir esta necesidad acercando, de una manera directa, la escuela y la universidad a cada hogar. La educación permite adecuarse a las nuevas necesidades culturales, profesionales y organizativas. y aprovechar las oportunidades del entorno para convertirse en empresarias”. Acercar las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación al entorno rural facilita esta formación que, en muchos casos, es vital para el desarrollo de la mujer rural.
La llegada del Covid-19
Esta pandemia ha agravado los problemas de servicios básicos en el mundo rural, “dificultando esencialmente la atención médica, el acceso a medicamentos esenciales o las vacunas”, matiza Abarca. El último informe de la ONU de este 2020, refleja cómo las mujeres sufren aislamiento y la falta de acceso a las tecnologías reduce su capacidad para mejorar en su vida laboral y personal, a pesar de ser la cuarta parte de la población mundial.
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